Xalapa, Ver., 16 de octubre de 2013.-¿A poco no los ha probado? Cocinados sencilla y rápidamente: apenas unas gotas de aceite, ajo picado y chile guajillo en tiritas: suculentos; o con queso y epazote, o simplemente asados: contienen proteínas y minerales y es un platillo muy apreciado.<br />
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Durante la Semana Nacional de Ciencia y Tecnología, celebrada en el Museo Interactivo de Xalapa (MIX), los asistentes no sólo tienen la oportunidad de adentrarse en el mundo de la tecnología, ahora llena de luminosas pantallas táctiles o botones inteligentes, ahora tienen ante sí un compromiso con el medio ambiente, por ello, distintos proyectos se encaminan a la observación de las energías limpias y las ecotecnias que, más que ser cosa de nuestro tiempo, son legado milenario de nuestra tierra.<br />
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Existe la creencia de que la ciencia y la tecnología forzosamente tienen que ver con aparatosos dispositivos de punta. Se trata sólo de una construcción visual de estos tiempos: el cine y la televisión han pintado un paisaje mecatrónico en el que un chasquido de dedos o un parpadeo bastan para que un amasijo de cables y silicio realicen las tareas mínimas.<br />
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Afortunadamente existen mujeres y hombres generalmente desconocidos que han mirado desde siempre a la ciencia y la tecnología como una herramienta humana que no siempre va de la mano con el dispositivo robótico. Desde la antigüedad, los antepasados han vivido en constante contacto con la naturaleza y su observación ha sido el primer método de obtención del conocimiento: primero el conocimiento fue empírico y después, científico.<br />
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A esta primera forma de hacer ciencia se debe la base de los grandes adelantos científicos y tecnológicos, por lo que echar un vistazo a las formas tradicionales de apropiarse el conocimiento es un método fascinante de recuperar tradiciones, técnicas y tecnologías en casi cualquier aspecto de la vida cotidiana.<br />
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Si la ciencia y la tecnología desde siempre han sido encaminadas a satisfacer las necesidades humanas, es necesario advertir que la necesidad humana más grande y constante es la satisfacción del hambre; es en este punto en donde el trabajo de los biólogos Armando López Ramírez y Delfino García Alvarado, por mencionar algunos del Instituto de Investigaciones Forestales (Inifor) de la UV, ha mirado con interés la variedad de hongos silvestres que hay en Veracruz, principalmente en la zona centro.<br />
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Desde hace más de 30 años han estado trabajando en las zonas de bosque, observando, catalogando y aprendiendo de los habitantes naturales de las regiones boscosas todos los secretos que se esconden debajo de estos curiosos seres vivos. A la fecha, tienen catalogadas alrededor de mil 500 especies de hongos; de las cuales 200 a 250 son comestibles. Pese a que la mayoría de ellas son silvestres y no pueden cultivarse, algunas sí pueden producirse en casa y sin invertirles mucho tiempo, espacio y dinero.<br />
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Los hongos Pleorotus ostreatoroseus, conocidos comúnmente como setas, son una especie que durante milenios ha sido fuente alimenticia de los moradores del bosque. Mediante la recolección, los habitantes de la niebla han aprendido a reconocerlos de manera empírica y han cosechado una cantidad inmensa de formas de preparación. Justo era que se pensara en crear una metodología sistemática para el cultivo de este importante recurso forestal.<br />
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En 1985, el trabajo encabezado por el biólogo Armando López Ramírez dio a luz uno de los primeros materiales escritos, Hongos` alimento del futuro, editado por la Universidad Veracruzana en el que se detalla paso a paso un método eficaz, sencillo, barato y casero para cultivar hongos comestibles sobre desechos agrícolas.<br />
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Esta experiencia puede ser vivida en las instalaciones del Inifor, en el Parque Ecológico El Haya, ubicado en esta ciudad, y se realiza dentro de bolsas pequeñas de plástico, como las que se utilizan para tirar la basura; por cada bolsa se invierten menos de 10 pesos y se obtienen alrededor de tres cosechas entre 20 y 30 días; en el mercado, los hongos setas están valuados aproximadamente en 60 pesos el kilo.<br />
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Lejos de la aparatosa visión cinematográfica de la ciencia y la tecnología, esta tecnología que hunde sus raíces en el pasado de Veracruz y se sustenta en el trabajo científico de estos profesionales del reino fúngico nos proponen una alternativa alimenticia y de producción que aprovecha y recicla desechos agrícolas, convirtiéndola en una ecotecnia, limpia, rentable y autosustentable: sin duda una estrategia alimentaria para el presente con miras al futuro.<br />
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Los hongos se pueden cultivar y son fuente de proteínas cuando se emplean como autoconsumo, pueden venderse y generar recursos, fortaleciendo el autoempleo y también son una forma de aprovechar los desechos agropecuarios, ya que los pequeños sembradíos obtienen su principal sustrato en los rastrojos de maíz o paja de diversas plantas, papel, algodón, entre otras. Ésta es la premisa de este trabajo que lleva más de tres décadas cultivándose en el Inifor y que esta semana está al alcance de todos en el MIX.