** Ser Padre en México tiene muy hondos alcances: a los papás de antes y más a los de ahora, se les reclama de todo y todo el tiempo: si están, si no están; si proveen o no, si lo hacen poco, suficiente o mucho; si son machos o “mandilones”; si son “como niños” o “como viejos”; si se responsabilizan o si escapan, y en todos los casos, o en la mayoría de éstos, muy pocos quedan bien en el juicio universal de la parentela, la madre, y los hijos.
** Que es tremenda injusticia, porque en México poco se habla de los padres que son bien padres: de esos hombres esforzados, respetuosos, educados en Valores, trabajadores y responsables: que acaso, ya en la convivencia con las señoras, exhiban como es normal, carencias y limitaciones, no se debe de dejar de reconocer su devoción a los hijos; su entrega incondicional; su preocupación eterna porque estén bien.
** Y que es un goce constatar que los hay y abundan, hoy sí, este tipo de papás mexicanos, de todas edades y condición social: y también hombres que decidieron ser padres sin haber engendrado: por pura convicción y piedad por los pequeños; haciendo honor a la frase aquella de “padre no es el que engendra, sino el que cría…”.
** Y que puede ser un hermano mayor, o el abuelo, el tío, el vecino, el compadre o el padrino: por más que las ideologías de “género” de moda, nos pretendan influir en la percepción de que “todos los hombres son iguales”; tontería garrafal y egoísta: cada hombre es un universo. Y son más los buenos, aunque por momentos sentimos claro, que son más los malos, los que hieren y lastiman no sólo a los niños, sino a las madres y mujeres en general: el otro lado oscuro de la masculinidad y el Ser hombre.
** Pero es tiempo, es de mera Justicia, empezar desde casa, entornos laborales y amistosos, a reconocer a los papás que han permanecido contra vientos y mareas en la Familia: al cuidado y protección de los hijos, propios y ajenos. A esos hombres que acaso hablen poco, cuenten menos, y se nieguen “a hablar”, como solemos insistir las mujeres en tiempos de crisis o todo el tiempo: que para eso nos pintamos solas. Hay que reconocer todo el trabajo que implica ser varón padre en estos tiempos distópicos, con señales confusas y contradictorias, donde hasta “la masculinidad” se critica, se le dice “tóxica” y también es objeto de persecución y escrutinio.
SER PAPÁ ES LO MÁXIMO, Y MÁS SI ERES UNO DE LUJO…
** Porque muchas no sabemos ni lo que queremos: y cuando medio lo intuimos, ya le hemos dado en la torre al hombre padre que teníamos al lado: así es. Hay que agarrar la parte que toca a las mujeres, en estas ausencias en la crianza de los hijos. Lo más placentero que se le hereda a los niños, no es la constante, exigente y agotadora demanda de dinero: es el recuerdo del papá que estuvo en tu vida, desde que recuerdas que recuerdas.
** El que jugó con nosotros, que nos preguntó, tocándonos la frente o la cabeza, si nos sentíamos mal. El papá que fue por nosotros a la escuela o el que nos fue a buscar. El que nos dijo: “yo hablo con tu mamá”; el que nos hizo el desayuno o la cena, o se sentó a platicar con nosotros durante la comida. El que vio hasta tres veces en la misma semana, la misma película, sólo por acompañarte. El que se rio de tu miedo a las arañas o a los túneles; el que te dibujó un mapa o se machacó en el trabajo para comprarte los zapatos, el vestido o el juguete que querías.
** Esos papás que nunca ofenden, no pegan de gritos ni de golpes; que sólo con su voz y su mirada te ordenan y arreglan tu día, tu vida y el mundo: papás que infunden respeto desde que te diste cuenta de tu niñez y tu dependencia. Papás que resuelven todo quién sabe cómo pero lo hacen. Papás escudo, papás muros de contención, papás con alas que te envuelven y cobijan, papás leones, papás perros como son los buenos perros: guardianes y defensores feroces de sus crías. Papás inolvidables, siempre presentes aunque ya no estén a tu lado.
** Este domingo 19, “Día del Padre”, abracen a los suyos, si son afortunados de tenerlos. Dejen de ser hijos ingratos. Si apenas se van a convertir en padres, piensen muy bien la clase de papá que van a ser: ninguna carencia, ausencia o violencia padecida en la Niñez, justifica que vayan a repartir a los hijos propios o ajenos, la misma amargura: pueden si quieren, convertirse en el papá que siempre soñaron de niños. Y sobre todo: no tengan niños si van a ser para ellos, el padre ausente. Sean valientes.
VIERNES ESTIMADOS: NUNCA COMO AHORA, EN ESTE MUNDO CONVULSO, SE NECESITA AGRADECER EL REFUGIO DE LOS PADRES. NOS LEEMOS EL LUNES, CON AYUDA DIVINA…