** No poder decir “adiós” o simplemente verse “por última vez”, es quizá el nuevo “fantasma” de este siglo.
** Al menos en México, la interrupción obligada de los “velorios” a nuestros muertos, ha significado un golpe tremendo para muchos millones de personas que fueron educados culturalmente, en estas despedidas. Muy independientes de si se profesa una religión o no. Los “velorios” eran reuniones altamente significativas, cargadas de rituales, de olores, sabores, imágenes, sonidos.
** Reuniones para decir “el último adiós”, se suspendieron abruptamente desde el año pasado por imperativo de la pandemia: y a la fecha, continúan en una inercia explicable en el temor de decir que el familiar, o el amigo, murió por Covid19.
** Llevamos 1 año 5 meses, si somos concienzudos con el mes del 2020 en que se decretó oficialmente la pandemia del Coronavirus, hasta agosto del 2021, confinados de muchas maneras al principio rigurosas, impuestas por el cierre total de centros de trabajo y la actividad comercial, y hoy, aunque más “relajadas” no por eso menos difíciles, las medidas de sana distancia y de quédate en casa y trabaja desde ahí, nos han cambiado indudablemente; y en el ínter, los contagios, saber del caos en que pareció sumergirse buena parte del mundo y lo peor: las muertes cercanas de familiares y amigos, a los que no pudimos “acompañar”, marcan el estado de ánimo general.
** Son muy frecuentes ya, las pláticas entre personas incluso desconocidas, refiriendo no haberse “podido despedir” del familiar o del ser querido, del amigo, la amiga, el compadre, el compañero de trabajo: la estupefacción evidente ante el hecho brutal de que los muertos se nos han ido en un silencio impuesto por la dinámica de la enfermedad vírica, que no se ha detenido ni con la vacunación.
** Es innegable ya, el daño moral, espiritual, que para miles y miles, esto supone: el estrés de la pandemia y el derivado, la tristeza profunda de quienes ya no pudieron “hablar” con quien repentinamente ya no está. Hijos que no pudieron “despedirse” de la madre o del padre. Sobrinos de tíos y tías. De abuelos, de primos. Amigos que ya no se volvieron a ver en todo el año pasado y de repente: ya no están. Son apenas un recuerdo en los mensajes de whatapps.
** La UNAM y algunos medios capitalinos han empezado a documentar las secuelas de lo que llaman estrés que tiene mucho de trauma. Y ayer por ejemplo, el periódico El Financiero, daba cuenta de que en 1 de cada 3 hogares de capitalinos, hubo “crisis psicológica” por el Covid; y que son las Mujeres las que reportan más problemas de salud. Pero en general, y sin importar si sus ingresos son altos o bajos, todos refieren haber sufrido depresión, crisis nerviosa o psicológica, en algún momento de estos largos meses.
** Aquí, algunas Facultades del sector Salud de la Universidad Veracruzana habían comenzado a registrar los casos de depresión severa en población abierta: seguimos esperando los datos de investigaciones que sugieren que, al menos en lo que toca a la ciudad de Veracruz, los “problemas mentales” se han triplicado de mayo del 2020 a la fecha. El uso de sustancias, de incremento en la ingesta de alcohol, y las tendencias suicidas se han revelado como una constante. Y sondeados médicos y enfermeras, nos confirman que sí: “hay muchísimo afectado”.
** En el sector Salud se incrementó la petición de fármacos que palian los efectos de la depresión. Eso es ya un indicador, nos confirman. En las farmacias privadas nos confirman a su vez que la venta de pastillas “para dormir” es diaria. Incluso algunas cadenas ya las ofrecen a la clientela que llega a comprar o surtir recetas. En las tiendas “naturistas” se agotan cada semana, los “stocks” de pastillas llamadas “Valemadrina” cuyo compuesto principal es la Valeriana –un sedante suave- y la Yerba de San Juan en gotas.
ALGUNAS SUGERENCIAS…
** Ante la falta de los velorios multitudinarios más o menos, en las agencias funerarias, en las casas de los deudos, se aconseja construir nuevos rituales de despedidas, tan necesarias para los deudos, porque es verdad que se llora mucho, con frecuencia, por la orfandad afectiva, por lo que dejaremos de recibir en afecto y compañía, que por la ausencia misma del difunto. Lloramos por nosotros ciertamente, porque nos privaremos del cariño, el afecto, el amor, la presencia de los ausentes. Tan duro es.
** Si no fue “avisado” de la muerte del amigo, la comadre, el compañero, el ex, la ex, o cualquier otro ligado a sus afectos, no reclame: a veces la familia realmente está en “shock” y las “esquelas” ya no son tan recurridas como antaño. Respete y si no fue invitado “a despedirse” no se apersone: finalmente los rituales también son íntimos por muchas más razones que las de una pandemia que también pasará, y será luego un mal recuerdo.
** Haga en su propia casa un “ceremonial” de despedida a su ser querido: ponga la música que le gustaba. Si no le gustaba, recree lo que la hizo feliz en vida terrena: la comida, la bebida, la lectura, los paseos, los juegos. Haga espacio al recuerdo y no se avergüence de llorar. Despídase como mejor lo crea: viendo las fotos o los trabajos que hicieron juntos. Escriba un “post” y súbalo a su red. Si no está en condiciones tampoco lo haga: honrar a los muertos pasa por no criticarles ni recordar los defectos que, finalmente, todos tenemos. Despídase de su difunto como a usted, le gustaría se despidieran y recordaran si fuera el caso. Y si no ha pensado siquiera en ello, es afortunado querido lector, lectora: no pensar en la propia muerte, en estos días, es Bendición que se agradece.
** Jueves de resistencia.
DEL DICCIONARIO A LA DIABLA…
RITUALES.-Dícese de lo que nos une en una visión del mundo, un sentir, un pensar.
DESPUÉS.-Algo que no debiera existir en nuestro vocabulario y actuar: después te llamo/ después te busco/ después te pido perdón/ después le diré que yo me equivoqué/ después le diré que la quiero/ después le diré que lo amo con todo y defectos/ después le invito un café/ después, un día, le diré que lo admiro/ que la busco/ que la pretendo/ después después después…
DESPEDIDAS.-Una disposición del ánimo y de la suerte.