A punto de tocarme una lejana historia y se ha vuelto transparente...

Mientras las ganas mojadas descienden en la escalera de arena... percibiendo la ausencia de las lunas de agosto, sintiendo su silencio con aromas de otoño...

Dejé la mitad de mi en tu lápida a distancia de algunos años, las arrugas reposan en el umbral del espejo, encima de nosotros la niebla acumulada en el suave quejido de la tercera piel, astillas de madera quedaron regadas en la tierra del verano que se marcha, llevándose las promesas disfrazadas de espesa muerte...

Comienzan a apagarse las linternas en la madrugada, un mudo insomnio recorre mis noches mordiendo la cama constantemente, no lograba controlar el ansia, regresa la desolación sobre el refugio de las orquídeas negras... Doy vueltas para no caer en el universo inerme de la casa de las muñecas...

Lugares obscuros y lugares de luz donde en medio de la lluvia inicia el fulgurante destello de los relámpagos, la potencia del viento azota las compuertas del templo sagrado... El caudaloso complot del tiempo invade cada mínimo extremo de mi cuerpo dejándolo al ras del suelo.

La tormenta era densa, las gotas de lluvia cristalizadas resbalaban sobre la pared crujían como si fueran piedras, entendí porque se ha hecho pedazos nuestro teorema, por qué cancelar las gotas de rabia por qué cancelar los mares de sal que recorren el alma en extrañas dimensiones...

Después de la lluvia todo es quietud, todo se desvanece entre los colores del lago de las sombras, todo termina cuando se alejan los rumores del agua... El teorema está muriendo, las letanías siguen el rumbo de la mente y crean extrañas dimensiones oscilando en los ventanales del olvido... Lentamente todo regresa al túnel de la nada.