La película `Guten Tag, Ramón` es la nueva cinta mexicana de Jorge Ramírez Suárez, en coproducción con Alemania y, lo siento por los de risa fácil: no me gustó.<br />
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Y no porque sea `mala`, en esa calificación arbitraria que críticos interesados o mal intencionados con el cine mexicano, otorgan sin más y sin desmenuzar sus juicios.<br />
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La cinta es diferente, que ni duda cabe, al género `migrante` que ahora inunda las pantallas como hace años el `cine de ficheras`; pero en esa huida de su director del `cliché` tanto del tema como de su tratamiento -en esta cinta a Dios gracias no verán la violencia irracional que de todos modos vemos diario, por todos los medios y por todo México- cayó en otro peor a mi juicio: el cuento de la Cenicienta en versión masculina aunque menos atractiva.<br />
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Amén de caer en otro cliché del mexicano: bruto, ignorante, mal educado y limitado hasta la pena ajena: en un personaje de contrastes que no acaba de convencer, porque por momentos es digno y creíble en su reclamo al `Chiquis`, el narquito local que controla a polleros y coyotes del miserable pueblo de Coahuila, donde vive; al grado de que, sin desplantes que de todos modos se lo impedirían su edad y su físico, y su propia condición, logra obtener el pago por su terreno apropiado por el Crimen.<br />
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Y eso porque `el Chiquis` se tentó el corazón de último momento y acaso agradeciendo el mote con que lo bautizó el inexistente papá del protagonista. Hasta ahí más o menos creíble. El resto de la cinta nos muestra a los alemanes en el extremo del otro cliché del cine norteamericano principalmente: de que todos son nazis, fríos y cabrones.<br />
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Pero la cinta mexicana recurre a un facilismo irritante: porque no pasa nada digno de narrar que no sea lo obvio. Porque cualquier mexicano de clase media o baja que ha experimentado el extranjero, de legal o ilegal, con poco o nada de dinero, sabe bien que lo que nos muestra la cinta es poco y se queda corto.<br />
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El protagonista pudo estar lo mismo en China o en Rusia: el resultado sería acaso no el mismo, si el personaje en cuestión hubiera sido dignificado con las luces de la Inteligencia y no sólo de la Casualidad revestida de caridad oportuna. Aquí aparece la abuelita madrina, versión moderna del Hada al que todo mexicano, de esa condición social, aspira a encontrarse. En juicio del autor y director de esta cinta.<br />
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Las actuaciones de Arcelia Ramírez, de Kristyan Ferrer y de Ingeborg SchÁ¶ner, no están a discusión. La abuela mexicana es odiosa como personaje sanguijuela. Acaso el protagonista central se vio obligado a `pintar` a un mexicano que hace ruido desagradable al comer, como si fuera monito de feria, o a bailar como un soso y a comportarse como un ínfimo ignorante: incapaz de preocuparse realmente por aprender un Idioma o acudir a su embajada o consulado para reportar el robo de su pasaporte; pero esta visto que el guión se lo exigía.<br />
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Este tipo de historias habrá quienes la aplaudan como `conmovedora`, pero para mi entronizan la idea de que el mexicano pobre puede cambiar mínimamente su condición de pobreza material -pero no dejar de ser bruto- sólo si es tocado por la `suerte`, en este caso y como lo dice el protagónico con `una especie de herencia alemana`. Qué mensaje. La Cultura del No Esfuerzo. El aplauso a los Anti Valores. Y de remate y de colmo y como no queriendo, por ahí un `subliminal` comercial de Devlin. Esta peli, me arruinó la noche y las palomitas.<br />