El debate sobre la siembra de maíz transgénico en México sigue vigente, enfrentando a productores, científicos y sectores políticos. Mientras organizaciones campesinas defienden la conservación de los maíces criollos como parte del patrimonio agrícola y cultural del país, otros argumentan que la biotecnología es clave para garantizar la producción suficiente y atender la demanda alimentaria.
Víctor Manuel Galicia Ávila, secretario de Acción Electoral del Comité Ejecutivo de la Confederación Nacional Campesina (CNC) y delegado del Comité Ejecutivo Nacional en Veracruz, aseguró que en México no existe ninguna ley que permita la siembra de maíz transgénico, aunque el país importa grandes volúmenes de este grano para uso industrial y forrajero.
Uno de los principales argumentos a favor del maíz transgénico es su alto rendimiento en comparación con los maíces criollos. Galicia Ávila detalló que mientras el maíz criollo produce aproximadamente dos toneladas por hectárea, el maíz híbrido, que representa el 70% del maíz sembrado en México, tiene un rendimiento mucho mayor. En el caso del maíz transgénico, mencionó que en Sinaloa se han registrado hasta 22 toneladas por hectárea, lo que lo convierte en una opción viable para fortalecer la producción nacional.
“Lo que necesita México es maíz para poder alimentar a su población. Países como China y algunas naciones africanas han adoptado la producción de maíz transgénico sin que ello haya representado riesgos comprobados para la salud pública”, señaló.
Defensa del maíz criollo
A pesar de estas cifras, la CNC reiteró su postura en defensa de los maíces criollos, resaltando su importancia para la biodiversidad y la gastronomía tradicional mexicana. Galicia Ávila subrayó que productos como el atole, el tamal y la tlayuda dependen de estos maíces nativos, por lo que su preservación es una prioridad.
Además, desestimó los temores sobre una posible contaminación genética de los maíces criollos debido a cultivos transgénicos, asegurando que estos últimos no pueden reproducirse de manera natural.
Actualmente, México importa alrededor de 14 millones de toneladas de maíz transgénico al año, destinado principalmente a la industria de los forrajes, el azúcar, la miel y el alcohol. Sin embargo, la prohibición de su siembra ha generado tensiones comerciales con Estados Unidos.
Galicia Ávila reconoció que México perdió recientemente una controversia legal en tribunales estadounidenses al no poder demostrar científicamente que el maíz transgénico representa un riesgo para la salud.
“No pudimos comprobar que los maíces transgénicos efectivamente causan cáncer o muerte. Nadie se ha muerto por consumirlos, esa es una falacia”, concluyó.