Un hombre y político a la vieja escuela del PRI, típico porteño jarocho amante del son caribeño y veracruzano, Humberto Troncoso Olivares se despidió de esta vida terrena disponiendo sus funerales: que fueran en medio de una fiesta de su familia y amigos y amenizada por la Orquesta de Música Tradicional Moscovita de la Universidad Veracruzana y así se hizo: en el salón sindical que ha visto correr tantas fiestas aquí.
Polo Troncoso o `tronco de oso` como le bromeaban sus más cercanos, se fue a su estilo y a su modo en medio de una fiesta singular con su féretro y su cuerpo más que presente: en una reunión que cumplió con la última voluntad de quien de seguro gozó en Espíritu el cumplimiento de su disposición; los amigos hicieron de tripas corazón y le hicieron `rueda` en la Muerte como lo hicieron en infinidad de bailes en la Vida.
La Familia y los Amigos cumplieron. Y este funeral a ritmo de son montuno, caribeño, ajarochado, no podía más que ocurrir aquí, en este viejo puerto donde lo mítico se funde con el cotidiano y se desdibujan las fronteras entre el convencional Duelo y el lúdico motor de la vida. Con Troncoso se cumple acaso el adagio pero invertido: `el muerto al gozo y los vivos al`recuerdo`. Descansa satisfecho Polo. (Lmr).