07.Mayo.2018
EL ABANDONO DE INFANCIA Y EL TEJIDO SOCIAL.
Por
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11.Septiembre.2018



Una reflexión no tardía sobre el "Día del Niño".

Bien valdría la pena que nos dejáramos de celebraciones ñoñas en el Día del Niño y pusiéramos la atención en un tema de primera infancia auténticamente relevante: en ninguna otra época histórica, los niños habían estado tan solos como ahora.

Leí una columna en un periódico nacional al respecto, citando los resultados de un estudio de impacto efectuado en la ciudad de Monterrey, que buscaba evaluar los efectos en los niveles de ira, ansiedad y depresión en los niños como resultado de la desprotección y desatención afectiva en la que hoy viven.

Las conclusiones son escalofriantes: el Instituto Tecnológico de Monterrey determina que cuando estas emociones no son reguladas oportunamente en los primeros años de la vida, alcanzan índices anormales y desembocan en trastornos de la personalidad, y merma de las capacidades de respetar las normas sociales, de ser productivos laboralmente y de generar relaciones interpersonales de calidad.

Me pregunto: ¿Podría ser ésta una de las causas verdaderas de la descomposición social y la violencia en las que vivimos sumergidos como país?

En el estudio de los regiomontanos, al aplicar pruebas estandarizadas descubrieron que de una muestra de 800 niños residentes en la zona metropolitana de Monterrey, el 90 por ciento alcanzaba cifras fuera de lo normal en sus niveles de ira, ansiedad y depresión, aspectos centrales de su desarrollo emocional.

Extrapolando esto a la situación nacional, y apoyados en datos del INEGI, detectaron que alrededor de las dos terceras partes de la población infantil difícilmente cuenta con un cuidador estable, dedicado a atender, orientar y proteger a los niños.

¿Y por qué los padres están tan ausentes? Las causas son variadas, pero los períodos de ausencia parental y de desatención a los que los niños y los adolescentes se ven sometidos, son cada vez más largos: doble jornada laboral de los padres; condiciones económicas difíciles, o incluso, en los padres más jóvenes, un problema de ausencia emocional provocado por la cantidad de tiempo que pasan absorbidos por el uso de la computadora o gadgets como los teléfonos o las tablets, sustituyendo el contacto físico y la comunicación oral por el contacto virtual y la comunicación digital.

Estamos hablando de un tema grave, que está haciendo caer a los niños en una situación de vulnerabilidad extrema y que finalmente puede configurarse también como un asunto de injusticia social. Si las familias, la sociedad, y el Estado en su conjunto no tomamos cartas en el asunto, acabará por deshilacharse por completo el raído tejido social que hoy nos sostiene.

¡Hasta la próxima semana!


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