Para quienes trabajamos en el mundo del desarrollo integral infantil, las realidades de otros países latinoamericanos muy cercanos a nosotros en problemáticas y niveles de avance, como pueden ser Chile o Colombia, son envidiables…Con programas como el de “Chile Crece contigo”, o el colombiano “De Cero a Siempre”, desde hace casi 15 años ambos países sudamericanos han venido desarrollando políticas públicas bien consolidadas y crecientes para la atención de su primera infancia, en tanto en México nos hemos perdido en esfuerzos aislados o programas con mirada asistencialista como PROSPERA, que muy poco han logrado incidir en la calidad de vida de los niños mexicanos menores de cinco años.
Sin embargo, con mucha lentitud, pero parece que vamos saliendo de nuestro letargo y en el último lustro, se ha dado un despertar de los expertos y de los tomadores de decisiones, para empezar a pensar estrategias que ayuden a saldar nuestra gran deuda con la infancia mexicana. Y entonces surgieron la Ley General de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, los Sistemas de Protección Integral de estos Derechos (SIPINNA), múltiples programas y convenios (entre ellos el Programa de Educación Inicial Un Buen Comienzo, de la SEP).
Pero no es suficiente…Lo importante sería que los integrantes de la sociedad civil, las familias con niños pequeños, las organizaciones no gubernamentales pero también las entidades públicas que tienen como razón de ser la atención de este estrato de edad, se sumaran en una exigencia clara y fuerte y emplazaran a los candidatos a la Presidencia, pero también a los demás puestos de elección popular ( gubernaturas, diputaciones locales y federales, alcaldías, senadurías) para que definieran un compromiso público, un pronunciamiento real sobre lo que piensan hacer a favor del desarrollo integral infantil en México.
Hay una iniciativa que anda por ahí lidereando la organización Mexicanos Primero, que han denominado Pacto Nacional por la Primera Infancia. Pero falta el concurso de los más importantes: los padres y madres de niños de esta edad.
El mundo sería otro si cada político, cada política, definiera sus decisiones tomando en cuenta el interés superior de la infancia. Si se valorara el efecto o el impacto sobre las vidas de los niños, que representan la próxima generación, de todo tipo de decisiones: política energética, económica, ambiental, de relaciones exteriores, etc…
Los políticos se justifican diciendo que los cambios reales llevan tiempo, que un país no se transforma de la noche a la mañana, y que vamos a pasos lentos pero firmes caminando hacia la mejora de la calidad de vida y la restitución de los derechos de los niños. Pero los niños sólo tienen esta infancia, y necesitan una atención efectiva a sus necesidades, derechos e intereses hoy. Con prontitud y eficacia.
Hasta este momento, no he escuchado un solo mensaje de Andrés Manuel, de Ricardo, de Margarita, de José Antonio o de Jaime en relación a su propuesta para generar una política real y efectiva para la primera infancia del país. Es momento de que les exijamos a todos y cada uno que definan lo que proponen para alcanzar los niveles del Chile y Colombia, por ejemplo, pero no sólo en mensajes vacíos de mitin o de spot televisivo: queremos saber objetivos, metas, presupuestos, formas de operación, de información, y sobre todo, de evaluación y rendición de cuentas.
El primero que defina este asunto con claridad, tendrá mi voto. Si realmente queremos transformar este país, se debe empezar por los niños pequeños.
