02.Abril.2018
EL JUEGO Y LA CALIDAD EDUCATIVA.
Por
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11.Septiembre.2018







En Enero de este año, la SEDESOL y la Secretaría de Educación Pública firmaron un convenio mediante el cual pretenden reconocer o acreditar que la atención de los niños de tres a cuatro años, que acuden a las estancias infantiles de la primera dependencia, con señoras y jovencitas de la comunidad habilitadas como asistentes educativas, debe ser equiparada al primer grado de preescolar brindado en un jardín regular, con docentes frente a grupo.

La verdadera intención de este acuerdo tiene que ver con la cobertura, sacrificando la calidad. México es, en el contexto latinoamericano, uno de los países con menor porcentaje de niños menores de seis años acudiendo a un servicio de educación preescolar, y Veracruz, por cierto, está incluso por debajo de la media nacional.

Claro que estoy a favor de ampliar la cobertura y de que cada vez más y más niños puedan recibir una educación preescolar de calidad, pero, con sus honrosas excepciones, el servicio brindado en la mayor parte de este Sistema Nacional de Estancias Infantiles de la SEDESOL está lejos de esta realidad.

No es firmando convenios, sino fortaleciendo la formación de los agentes educativos de niños pequeños, que podríamos alcanzar los resultados deseados.

Pero ni las instituciones ni las familias reparan en ello…Cada día con más premura, desde muy pequeños, las niñas y los niños son enviados a las guarderías o a los jardines de niños y empiezan a vivir tensiones que poco ayudan a que alcancen el éxito escolar que motiva a sus familias en muchos casos, a someterlos desde muy pequeños a ambientes escolares.

Estos son “tiempos difíciles”, en los que la presión y la competitividad están impidiendo, en muchos casos, que los niños vivan una verdadera infancia.

Nuestro sistema educativo los presiona para que adquieran conocimientos y destrezas ( competencias o “aprendizajes clave” en la jerga educativa de moda en este sexenio), para los que no están maduros, y los niños cada vez gozan de menos tiempo libre entre tareas, clases extraescolares y las pantallas.

La ciencia y la experiencia nos dicen exactamente lo contrario: el tiempo libre, el juego no estructurado, sin más intención que jugar en sí, son las mejores maneras de favorecer el desarrollo integral infantil.

Entonces, ¿a qué debieran ir los niños a una estancia infantil, a una guardería, a un jardín de niños? A ser amados y a jugar, y desde esa base, a aprender y conocer el mundo. Probado está qué cuando los niños tienen su tiempo demasiado estructurado, con actividades determinadas y preestablecidas por los adultos ( padres y maestros), y no hay lugar en sus vidas para el juego libre y espontáneo, desarrollan menos su iniciativa y sus capacidades ejecutivas y de resolución de problemas.

Ojo: si el tiempo libre de los niños se llena con pantallas, esto tampoco les permite desarrollar su autonomia, inteligencia y un pensamiento creativo y divergente para enfrentar los problemas emergentes de la vida.

Y cuando hablamos de juego, estamos hablando de juego libre, espontáneo, autodirigido, son intervención ni control de los adultos. Cuando son los adultos los que determinan a qué se juega, cuándo se juega, cuánto se juega, el juego se desvirtúa y pierde su esencia.

¿Algún día se convencerán los tomadores de decisiones, y muchos docentes y padres de familia, de que éste es el enfoque correcto para alcanzar la verdadera calidad en los servicios dedicados a la primera infancia?



¡Hasta la próxima semana!


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