30.Octubre.2017
ADULTIZAR A LOS BEBÉS.
Por
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En el mundo de las guarderías en el que me muevo, es cada vez más común en estos “tiempos difíciles”, que tanto las familias como las educadoras exijan habilidades a los bebés, que no corresponden con su edad: que sepan compartir, que socialicen, que se pre-alfabeticen, que tengan maneras y modales, que sean ordenados, que no hagan berrinches, etc…

Lo verdaderamente indispensable para un bebé, para los primeros años de la vida, tiene que ver con la construcción de ritmos básicos vitales: comer, dormir, estar limpios, jugar, y todo esto en un contexto afectivo-vincular. Desde mi visión, los bebés están preparados para la vida del colegio o la guardería hasta los cuatro años, y no antes.

La atención puntual de las necesidades físicas y emocionales de un bebé, son la base o el piso sobre el que se construyen posteriormente las habilidades mentales y cognitivas, y esta atención puntual no siempre se puede prestar en una institución de cuidado.

Aunque mis autoridades en la Secretaría de Educación me van a estrangular si leen mi colaboración de hoy, personalmente yo no recomiendo que un bebé vaya a una guardería antes de esta edad, pues la institucionalización temprana le obliga a compartir con otros niños el cuidado y la atención de los adultos.

Uno de los argumentos para llevar a los niños pequeños a una guardería, es que podrá jugar con otros niños y socializar, pero las pautas de desarrollo de los bebés (los pequeños menores de 3 años), nos revelan que no hay un juego social compartido en esta edad, y que los niños requieren desarrollan identidad de sí mismos antes de conectar con los demás, así que ¿por qué el apuro de que vayan a la guardería?

Un bebé de esta edad lo que realmente requiere es un cuidado de “uno a uno”; de ser posible por cuenta de su propia madre que es lo que las neurociencias han comprobado como la mejor estimulación para un pequeñito; y si esto no es posible, entonces a veces en la familia ampliada ( una abuela, una tía, etc…) o incluso contratando personal con el perfil afectivo y la experiencia de cuidado necesario ( una nana), pueden ayudarnos a enfrentar la responsabilidad del cuidado de un niño pequeño.
Lo mejor para un bebé será siempre, permanecer lo más cerca posible de su núcleo familiar primario.

Pero si de verdad no hay posibilidades de brindarle eso al pequeño, si no hay otra posibilidad más que enviarlo a una guardería, porque la madre tiene que trabajar y no tiene una red de apoyo para resolver el cuidado del niño, entonces es muy importante que por lo menos se asegure de la calidad del servicio al que confiará el resguardo y la atención de su bebé: agentes educativos capacitados, lugares seguros en términos de protección civil, grupos pequeños, y un ambiente afectivo real y palpable, que trabaje con la construcción de la subjetividad de los bebés y les reconozca como sujetos de derechos.

¡Hasta la próxima semana!



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