10.Diciembre.2016
EL IMPERIO DE LA BANALIDAD
Por
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El delirio ha ido in crescendo: todo empezó con un manejo torpe de Facebook, donde la invitación a una fiesta de quince años se hizo pública, y las redes sociales y la mercadotecnia se entregaron felices a la explotación de “Los Quince Años de Rubí”, fenómeno que ha salido de nuestras fronteras, e invadido todas las pantallas.

Y así, Rubí y su familia, estrellas mediáticas de esta ciber-farsa, han recibido un alud de comentarios, like’s, memes, y ofertas para participar en programas y shows televisivos, así como patrocinios para el desarrollo de la apoteósica fiesta de quince años.

¿Cómo algo tan superficial puede convertirse en viral? Después de ver los resultados de nuestro país en de la evaluación educativa de la OCDE, uno entiende porque un hecho tan nimio puede ser expandible en las redes, replicarse y extenderse precisamente como un virus.

Así, mientras el país está prendido con alfileres, y se avecinan tiempos inusualmente duros en lo económico, lo político y lo social, los mexicanos, especialmente la población joven, ocupamos buena parte de nuestro tiempo y nuestras capacidades creativas en leer y comentar los tuits y posts de “Los quince años de Rubí.”

Pero la trivialidad no afecta sólo a la juventud, está permeando en todas las esferas del quehacer humano. Y así, en política por ejemplo, nos toca ver a un grupo de Senadores, responsables junto con la secretaría del ramo de la política exterior del país, apalear una piñata con la figura de Donald Trump y mandarle saludos en un video con la famosa porra futbolera de “Ehhhhhh….P…!”.

Precisamente con esta reciente campaña política, la de los Estados Unidos, pudimos confirmar como cada vez más lo menos importante en el juego electoral son las propuestas y las ideas, y cómo lo preponderante es el espectáculo.

Para mí, la irrupción de las tecnologías nos tomó desprevenidos, y no fuimos capaces de medir los efectos de este torrente indiscriminado de información, donde la frivolidad y el snobismo se imponen, y son casi un signo de estos “tiempos difíciles”, y así todos, adultos, jóvenes y niños, dirigimos nuestra atención de forma colectiva a lo más banal y fácil de consumir sin ningún esfuerzo reflexivo.

La glorificación de lo irrelevante, a través del consumo masivo, lo viral, el trending topic…Qué lejos estamos en México del uso anunciado del internet en la sociedad 0.3, como un medio para compartir conocimientos e información como nunca antes en la Humanidad, el medio para alcanzar una verdadera democracia participativa, la era del progreso a través de la innovación tecnológica.

Detengámonos, tal vez aún estamos a tiempo…Insisto en que el papel de la familia y la escuela para educar a los chicos en el buen uso de la tecnología, el impulso de la lectura de libros de buena calidad, el desarrollo de una capacidad de discernimiento y crítica desde la casa, serán el único antídoto para evitar que como sociedad, sigamos deslizándonos sin freno en el tobogán infinito de la banalidad.

¡Hasta mañana!


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