08.Diciembre.2016
LAS MALAS NOTICIAS
Por
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Tengo que confesar que esta temporada decembrina me encuentro en una situación anímica difícil. Han sido tiempos convulsos, estresantes, en todos los niveles: en mi ciudad, en Veracruz, en el país, y a nivel mundial… Uno lee noticias y cada vez sale una más desesperanzadora que la otra: corrupción e impunidad, violencia e injusticia, destrucción ambiental, etc…En todas partes están ocurriendo situaciones muy complejas que hacen que realmente confirmemos que vivimos “tiempos difíciles”.

Las redes sociales son un arma de doble filo. Por un lado nos ponen en contacto con información y personas con las cuales sería muy difícil acceder de otra manera; de hecho, varios de mis mejores amigos son “contactos”, y también gracias a ellas puedo sentir que estoy cerca de mis hijos que ya no viven conmigo.

Pero también nos conectan con todo lo que pasa en el mundo: malas noticias, tragedias, y es muy difícil en ocasiones mantener el optimismo si estamos viendo a un loco como primer mandatario del país más poderoso del mundo, el genocidio de niños y mujeres en varios países en guerra, la impunidad rampante, los bonos navideños estratosféricos de los representantes populares en un país en clara recesión económica, el maltrato a otras formas de vida en el planeta, la ilegalidad de los obligados a instituirla, entre otros temas.

Para aquellos que se sientan tan agobiados como yo, comparto algunas medidas que pudiéramos implementar. La primera sería bajarle a la exposición a redes sociales y noticieros. No se trata de negarnos a la realidad o tapar el sol con un dedo, ni de dejar de estar informados de lo que sucede, pero si evitar saturarnos de información que termina por afectarnos anímicamente.

Creo que también es muy importante seleccionar las fuentes a las que les damos crédito, para evitar “viralizar” noticias falsas o exageradas.
Pero tal vez lo más importante, es aceptar que no podemos arreglar el mundo, pero si podemos concentrar nuestros esfuerzos en nuestra área de influencia. En las familias, podemos empezar por educar para la paz, lo que puede no notarse en lo inmediato pero que a la larga, producirá generaciones de niños criados en el respeto, que podrán ir haciendo poco a poco la diferencia.

Podemos practicar la empatía, la tolerancia y la paz en nuestras relaciones humanas de pareja, filiales, amistosas, de trabajo, y empezar por el respeto a quienes piensan diferente o no hacen las cosas “correctas” según nuestro punto de vista.

Otra forma de tomar perspectiva es contar nuestras bendiciones, más que pensar en los peligros y carencias, y esto aplica en lo personal, pero también como sociedad o como país. Dejar de regodeamos en ver todo lo malo y empezar a pensar en todo lo bueno que tenemos, y sobre todo, y la temporada nos lleva a reflexionar en ello, ser agradecidos.

¡Hasta mañana!


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