Dicen los que saben que algunas especies de animales obligan a sus crías a independizarse…Algunas aves arrojan a sus polluelos del nido y hay osos que enseñan a cazar a sus oseznos. Sin embargo, los humanos no somos así. De hecho hay padres de familia que terminan por aceptar que sus ya adultos, sigan viviendo en la casa.
Este es un tema muy polarizado…Tenemos desde los padres que deseamos que nuestros hijos se independicen exitosamente ( yo soy de ese club), hasta los que por tradición cultural, o porque conciben que sus hijos son una especie de propiedad, prefieren que vivan con ellos toda la vida.
Algunas veces, a pesar de que hayamos todo lo necesario para que vuelen con sus propias alitas, simplemente no quieren hacerlo; pero otras, la responsabilidad es nuestra como padres, pues desde pequeños les cortamos la capacidad de autonomía por medio de la sobreprotección u otros estilos educativos no funcionales.
En México se estila mucho, como una tradición, la familia “muégano” casi “palanqueta”, es decir, esos padres que van cediendo parte de su casa familiar para que sus hijos vivan ahí con sus parejas e hijos. En la parte rural de nuestro país, esto es muy pero muy común.
Y lo cierto es que este es un fenómeno complejo, con muchas lecturas. Porque hay diferentes modos de independencia: la económica, pero también la emocional. Por ejemplo, tengo una amiga de 48 años, que aún vive con sus padres. Ella trabaja y gana buen dinero, pero nunca ha sido capaz de enfrentar al mundo sola.
Además, no siempre la independencia tiene que ver o se consigue viviendo en su propio espacio. Algunas veces los chicos se van de casa, pero los padres seguimos teniendo una injerencia excesiva en sus vidas.
Yo particularmente pienso que tenemos que ayudar a nuestros hijos a salir de la etapa de “mi mamá me mima y me ama”, pues en la medida que los retenemos a nuestro lado estamos fomentado un retraso en algo que ellos deben, tarde que temprano, lograr, que es la autonomía.
Creo que tener un hijo implica precisamente acompañarlo en este proceso de desarrollo, de responsabilidad, de independencia. Es apoyarlo en esa transición hacia la autonomía total, respetando su independencia y sus criterios, aun cuando económicamente aún lo sostenga. A veces duele empujarlos del nido, pero es parte importantísima del rol parental.
Aprender a tomar las decisiones de sus vidas, no tener que estar pidiendo permiso para hacer lo que consideran apropiado, llegar a ser autosuficientes, es una tarea existencial que corresponde a cierta etapa vital. Nuestro papel como padres es ayudar a nuestros hijos a cumplir con esta tarea, en el momento adecuado de la vida.
