27.Octubre.2016
ENTRE DOS GENERACIONES.
Por
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Una querida amiga mía está pasando por un difícil trance con su madre enferma de gravedad, internada en un hospital. Mujer que ronda los 50, con hijos adolescentes y con padres que van haciéndose mayores. Una realidad compartida por muchas mujeres, muy común.

Ésta situación me puso a pensar…Muchas mujeres, apenas hemos salido de la crianza de nuestros hijos, en los que nuestras preocupaciones rondaban entre la lactancia, el sueño infantil, la alimentación o el tipo de educación y, de repente, seguramente mucho antes de lo que esperábamos, nos damos cuenta de que otra generación empieza a depender de nosotras para muchas cosas.

Entonces tomamos consciencia de que acabará dependiendo del todo cuando nos encontramos al mismo tiempo preparando un examen de ingreso a la secundaria o a la prepa con nuestros hijos y cuidando a nuestra madre o padre en el hospital. Dos generaciones dependientes sobre los hombros de una mujer.

Si tenemos suerte, recibiremos apoyo de nuestra pareja, de nuestros hermanos… Pero no creo que recibamos mucho apoyo en nuestros trabajos ni por parte de los servicios de salud, públicos o privados. Si cuesta trabajo conseguir la comprensión y la ayuda de nuestros jefes para atender y cuidar de los hijos, mucho más cuando se trata de nuestros padres.

Y a la doble dedicación de tiempo que representa atender a nuestros mayores y a los hijos, hay que sumarle el desgaste emocional que supone ver a los padres envejecer, y pasar poco a poco de apoyarnos en ellos a ofrecer nuestro propio brazo como sostén.

Las mujeres que pasan por una situación así, partiendo su corazón y sus fuerzas físicas entre el trabajo, el cuidado de la casa y la carrera profesional, ahora tendrán que partirse en cuatro porque sus padres las necesitan, todos las demandan, y a todos los quieren con locura.

Además, el estilo de vida en estos “tiempos difíciles” distan mucho del de antes, cuando las familias vivían más cerca propiciando la convivencia y la ayuda entre ellos. Ahora se vive de otra manera, más independiente. Cada hermano quizá en una ciudad distinta, lo que dificulta bastante las cosas.

Pero ancestralmente las mujeres hemos demostrado, tanto las antiguas como las modernas, nuestra vocación por el cuidado. Y aunque nos tambaleemos sabemos ser fuertes, y apoyarnos en quienes tenemos al lado porque estamos llamadas a sostener sobre nuestros hombros a quienes nos sostuvieron desde que nacimos, y a quienes sostuvimos cuando nacieron.

¡Hasta mañana!


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