01.Octubre.2016
CUIDADO CON LA SOBREPROTECCIÓN
Por
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“¿Ya hiciste la tarea?” , era la pregunta obligada alrededor de las siete de la noche. “No”, era la respuesta de siempre. Y a esa hora, mi amiga empezaba como loca a alterarse, a consultar a las otras mamás en el grupo de whatsapp sobre las tareas del día porque su hijo ni siquiera las había anotado, y casi siempre terminaba haciendo ella buena parte de los ejercicios encargados.

Yo no recuerdo que nunca mi mamá o mi abuela tuvieran que preguntarme por la tarea, ni mucho menos que la hicieran por mí. Y por lo mismo, yo tampoco hice el papel de policía doméstico con mis hijos, verificando si cumplían con sus deberes o no. Y nunca, ni ellos ni yo, tuvimos algún problema.

Un día le sugerí a mi amiga que no le preguntara por la tarea a su pequeño hijo. Cuando lo hizo, el chiquillo le preguntó asombrado qué iban a hacer esa tarde, porque él ni siquiera sabía con qué deberes tenía que cumplir.

Mi amiga le contestó que ella no iba a hacer nada, y que él bien podría ocuparse de empezar a pensar como le iba a explicar a su maestra al día siguiente su incumplimiento. Atónito, el muchachito, por sí mismo, llamó a un compañero, preguntó cuál era la tarea para ese día, y la hizo él solo.

A veces las madres sobreprotegemos a nuestros hijos porque nos sentimos frustradas o fracasadas si no alcanzan sus metas. Hay que tener mucho cuidado con esa conducta, porque podemos caer en la sobreprotección.

Tristemente, por duro que suene, no podemos evitarles el sufrimiento a nuestros hijos, ya que este mismo implica aprendizaje, exploración de las emociones y quizás el inicio de retos o de la búsqueda de soluciones.

Evitarles el sufrimiento es, de alguna forma, negarles una oportunidad de crecer. Si los ayudamos a hacer sus deberes, les quitamos responsabilidad. Si pensamos que no son capaces de hacerlos solos, les quitamos autonomía y les restamos confianza en sí mismos.

Con dificultad, pero lo que nos toca, creo yo, es dejar que algunas veces se caigan, se defiendan solos, se esfuercen…Sobreprotegerlos es impedir que exploren nuevos caminos, que aprendan lo que pasa si son irresponsables, y que se motiven a cambiar de actitud.

No se trata de promover una conducta temeraria, ni de dejar que se enfrenten a responsabilidades que no son acordes con su propia edad; pero sí de formarlos para que aprendan a ser independientes y responsables.

A veces es duro, pero nuestros hijos tienen que llorar por desamor, sufrir equivocaciones en su escuela, críticas, quizás regaños justificados, y enfrentar las deslealtades de algunos amigos que luego dejan de serlo.

Si les evitamos siempre estas situaciones, no estarán preparados para ser adultos maduros y responsables. Pero eso sí, es importante que nunca pierdan la sensación de seguridad.

Creo que el chiste está en que, al mismo tiempo que los soltamos y los dejamos tropezarse y levantarse solos, estemos siempre pendientes de reforzar su autoestima con amor y seguridad, por supuesto, para que se sientan protegidos y amados.

Con esta combinación, de autonomía y seguridad, con amor y protección, que no sobreprotección, lograremos hacer crecer a nuestros hijos de manera independiente, como seres autónomos y responsables. ¿No es esa la meta de todos los padres?

¡Hasta mañana!



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