29.Septiembre.2016
DESPRINCESAR
Por
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Uno va caminando, y las ves por todos lados: niñas pequeñas con mochilitas, camisetas, vestidos, zapatos, moñitos para el pelo, y cualquier otro artículo con las imágenes estampadas de las princesas de Walt Disney: Bella, Mulán, Aurora, Ariel, Ana y Elsa, etc…

Esa moda, aparentemente ingenua e inofensiva, me pone a pensar en lo absurdo que resulta la figura de las princesas que esperan a su príncipe azul en su torre, en estos “tiempos difíciles”.

Las mujeres hoy, desde niñas, necesitamos aprender a ser independientes, a luchar incluso solas o junto a otras mujeres, y peculiarmente, a rescatarnos nosotras mismas.

Así que rodear de estas imágenes la vida de nuestras hijas pequeñas, es una contradicción si lo que realmente buscamos es que crezcan libres de prejuicios, empoderadas y con la convicción de que son capaces de cambiar al mundo.

Todos en algún momento hemos llamado “princesas” a nuestras hijas, sin darnos cuenta que, tácitamente, las situamos en miradas de antaño que repiten roles nada actuales, dificultando que rompan con los esquemas y los estereotipos.

Pero no me malentiendan tampoco…No soy tan radical. No se trata de que saquemos por completo las princesas ( los libros, las películas, todos los artículos y juguetes), pero sí que nos preocupemos por darle a las niñas otras herramientas que les permitan generar ideas diferentes, que las lleven a pensarse y reconocerse distintas de esos estereotipos.

El desarrollo de la identidad de nuestros niños niñas se gesta en la familia. “Desprincesar” es una actividad que podemos realizar en casa.

Entonces, reflexionar sobre las historias de vida de las princesas de Disney; analizar los videos y las canciones; promover que nuestras hijas realicen actividades necesarias en estas épocas pero consideradas para niños, como la autodefensa y los deportes; enseñarles actividades importantes como cambiar una llanta o pintar las paredes de su habitación.

Hablar con nuestras hijas y abrir espacios de discusión sobre temas como la desigualdad de género; del absurdo ideal de belleza que se nos impone a las mujeres; de la construcción sociocultural del amor romántico, la división sexista del trabajo, o la incapacidad de reconocer y satisfacer nuestros propios deseos.

Desprincesándolas, podemos ayudarlas a crecer libres de prejuicios.





¡Hasta mañana!



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