01.Septiembre.2016
LA GESTIÓN DEL TIEMPO INFANTIL
Por
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Una querida amiga que tengo se quejaba conmigo en estos días sobre el comportamiento de sus dos hijas de 14 y 16 años. Su preocupación iba en torno a que las chicas pasan las tardes completas encerradas en sus habitaciones, sin hacer nada más que estar sentadas frente al menos dos pantallas al mismo tiempo ( la computadora y el celular, la tablet y la televisión, por ejemplo).

No cuenta con ellas para nada. No la acompañan a ningún lado, no se quieren ocupar de ninguna tarea doméstica, ni siquiera quieren sacar a pasear al perro. Mi amiga vive entre el grito y la amenaza para lograr que se pongan a estudiar o cooperen en algo…

Me parece que este es un problema muy común en varias familias con hijos de esa edad. Pero creo que tiene que ver con un tema en el que poco pensamos, y es el de la gestión del tiempo. Eso que hacen las hijas adolescentes de mi amiga, tristemente no es más que lo mismo que han hecho desde que son muy pequeñas: pasar las tardes sentadas, pasivamente, frente a una pantalla. Y eso tuvo que ver con un modelo, con una formación, con una conducta no sólo tolerada sino fomentada.

Los chicos tendrían que aprender de nosotros, los adultos, algunos principios sobre el tiempo y la importancia de no desperdiciarlo, porque es un bien irrecuperable y, en estos “tiempos difíciles”, a veces muy escaso.

Cuando yo era niña, pasaba las tardes jugando con otros niños, recorriendo en patines o bicicleta la ciudad, creando e inventando nuevos juegos, en la playa, etc…Mi abuela monopolizaba el televisor (única pantalla que existía en aquellos tiempos en las casas), así que no era una opción para pasar el tiempo.

Así que cuando tuve mis propios hijos, me parecía muy normal que pasaran sus tardes jugando en el parque o en la casa, dibujando, disfrazándose, peleando y reconciliándose, “ayudando” en casa, etc… o en alguna que otra clase extra-escolar. Simplemente no se acordaban de la televisión entre semana. Quedaba reducido su uso a los sábados por la tarde, cuando tenía que dejarlos en casa porque salía a estudiar todo el día en el sistema abierto de la universidad, y los domingos en la mañana, mientras sus padres podíamos despertar y disponernos a pasar el día visitando a los abuelos o en alguna salida familiar de otro tipo.

Con la perspectiva que tengo hoy en la madurez, me congratulo de que la gestión del tiempo haya sido así para mi familia, aunque confieso que ocurrió más como una afortunada casualidad que con una clara intención educativa.

Con otros ojos observo hoy la evolución de muchos niños criados en familias con visiones diferentes en cuando a la gestión del tiempo infantil, y me atrevo a afirmar que aquello que en los primeros años de sus vidas puede parecer muy cómodo (como permitir que se aíslen y se “enchufen” por tiempo prolongado a cualquier tipo de pantalla), a la larga se revierte y se convierte, como en el caso de las hijas de mi amiga, en algo insoportable.

Lo que sucede en los primeros años de vida de nuestros hijos, esas conductas que permitimos (o no) que se manifiesten, condicionarán poderosamente su personalidad y su modo de ser y estar en el mundo cuando sean adolescentes, o jóvenes adultos.

Así que si queremos que nuestros hijos sean creativos, con iniciativa, emprendedores, activos, responsables, independientes y solidarios con los demás, tendremos que preocuparnos por cultivar oportunamente esas cualidades en ellos: en la infancia. Y dedicar el tiempo necesario para ello.

¡Hasta mañana!


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