19.Agosto.2016
CONDUCTISMO PARENTAL
Por
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¿Cuántas veces no nos hemos escuchado a nosotras mismas decirles a los hijos cosas como “si no recoges tu cuarto, no te daré dinero”, o “si no llegas temprano, regalo la computadora”?

Estoy segura que esto lo hemos escuchado tanto en la casa como en la calle. Son frases típicas de los padres conductistas, que educan a través de premios o castigos como si educar niños fuera como educar perritos, y se tratara de un entrenamiento.

Una de las consecuencias de educar con castigos y premios, es que cuando condicionamos, restamos seguridad a nuestros hijos. Escuchamos en la calle ejemplos cotidianos donde incluso, son amenazados con negarles el cariño: “Si sigues llorando, te voy regalar con esa persona”, o “ya no te voy a querer”.

Cuando condicionamos, mermamos la confianza, la seguridad e identidad personal de los niños; además de que, claro está, sabemos que ni los vamos a regalar, ni los vamos a dejar de querer, y los chicos también lo saben, después de varias amenazas de este tipo.

Cuidado con lo que decimos…Al condicionar, al amenazar con un castigo, lo que va de por medio es la prohibición o la amenaza, no en sí la razón de porqué hacer o no lo qué pedimos. En ese sentido, detenemos la formación de los chicos o los adolescentes. Los castigos los entrenan a obedecer, mutilan su capacidad de decisión, no los enseñan a razonar ni a discernir entre lo bueno y lo malo, lo adecuado o no.

¿Qué pasa si no recogen su cuarto?¿qué pasa si no llegan temprano?

Además, los castigos generan violencia que puede ser expresada hacia los demás, o hacia uno mismo. Limitan el poder de crear, de ejecutar y de atreverse.

Por otro lado, están los premios, que generan individuos que siempre buscarán aprobación social para ejecutar acciones, ya que en el fondo, son una forma de dominar.

Pueden hacer a los niños vulnerables a la manipulación, y acondicionar sus respuestas.

Así que, en estos “tiempos difíciles”, el lenguaje más adecuado es el del reconocimiento, no la recompensa. Además de que se debe cuidar la forma en la que se dicen las cosas. Es distinto decir: “gracias por guardar tu ropa en su lugar”, que “muy bien, guardaste tu ropa en su lugar”. Del primer modo, reconocemos su trabajo y esmero; en el segundo, aplaudimos que hayan obedecido y cumplido con nuestras expectativas.

El péndulo disciplinario hoy en día va de la sobreprotección o la educación sumisa o evasiva, pasando por la educación con asertividad y llegando al amaestramiento, que es la educación conductista: un sistema disciplinario de premios y castigos.

La educación asertiva es aquella que lleva un sistema de disciplina, de consecuencias, y un énfasis en los valores. Reglamentar en exceso lleva a romper las reglas. Los premios y los castigos son el cáncer de la educación, ya que los primeros desvirtúan la acción deseada al otorgar más importancia al premio mismo; y los segundos, eliminan la responsabilidad, hacen nacer la culpa y generan remordimiento.

Sea cual sea el método que elijamos para educar a nuestros hijos, es básico que recordemos hacerlo siempre con amor, con explicaciones y no con gritos. Pero sobre todo, con la intención de que nuestros hijos se desarrollen como adultos sanos, responsables y capaces de elegir.

Procuremos, sobre todo, educar con el ejemplo. Los niños observan en todo momento, y están listos para ser nuestro espejo.

¡Hasta mañana!


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