13.Agosto.2016
LOS PADRES, PRIMEROS MEDIADORES DE LECTURA DE SUS HIJOS
Por
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Cómo ya he compartido en este espacio, todos los viernes me dedico a atender una pequeña biblioteca para bebés. Por eso hoy se me ocurrió compartir con los amables lectores de El mercurio, algunas de las caracterìsticas que debemos tener los buenos mediadores de lectura para niños pequeños, buscando animar a los que sean papás y mamás a leer cotidianamente a sus hijos.

Los buenos mediadores asumen el compromiso de acercar los libros a sus pequeños lectores, de dedicar todos los días un tiempo para disfrutar juntos la lectura, sin presiones ni como una receta, sino como un tiempo compartido de calidad, ansiado y disfrutado tanto por los adultos, como por los niños.

Conocen los libros que le dan a leer a los niños….Los revisan previamente, los disfrutan, los leen y los releen. Para poder contagiar el gusto por la lectura o por un libro en específico, la primera condición es que a nosotros, los adultos, también nos guste.

Crean espacios específicos para leer con una frecuencia estable…Lo más común es que leamos en el momento previo a dormir; pero también podemos leer como sobremesa después de compartir una comida; o en el automóvil mientras otro conduce…Pero estos espacios específicos no son exclusivos ni los únicos; el ideal es leer a los pequeños siempre que nos lo pidan.

El buen mediador ofrece los libros a los niños y no siempre toma el rol protagónico de lector; permite que sea el niño quien “lea”, interprete las imágenes, disfrute de la belleza del planteamiento estético del libro, descubra significados, asociaciones, ensoñaciones….y sólo permanece cerca, acompañando el proceso e interviniendo si es solicitado.

Los buenos mediadores entienden que en los primeros años de la vida, su papel es promover la lectura sólo por el placer de leer, sin intenciones pedagógicas, y buscan que leer se convierta en un acto voluntario, nunca en un acto obligatorio.

Los niños requieren tener acceso a una amplia variedad de libros y portadores de texto. El desarrollo del gusto lector depende en gran medida de la calidad y variedad de los libros con los que éste se relacione. Pero no se trata sólo de que existan los libros, sino de que estén disponibles para el lector, es decir, ofrecer un espacio favorecedor para la lectura en el que se propicie la familiaridad con los materiales.

Aunque imprescindible, la sola presencia de libros es insuficiente para promover la lectura. Los acervos son los cimientos, la condición para la formación de lectores, pero no son el edificio. Los niños requieren un intermediario, un mediador que facilite sus primeros encuentros con los libros, que les ayude a descubrir el significado, la emoción y el gozo que encierran, que mantenga su interés en la lectura hasta que llegue a formar parte indispensable de su vida cotidiana.

La afición a la lectura depende de la relación estrecha y significativa con personas que valoren y disfruten la lectura, que contagien con su entusiasmo al lector en ciernes. Sin adultos lectores en el entorno es difícil que los niños lleguen a interesarse por leer.

La lectura es una costumbre que se afirma a través de repetidos encuentros agradables con los libros. La familia es un espacio ideal para la formación de lectores; crear una biblioteca y leerle regularmente a nuestros hijos, es una gozosa oportunidad y un deber parental que no deben hacerse a un lado.

¡Hasta mañana!


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