05.Agosto.2016
DE AGUANTE
Por
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11.Septiembre.2018



Después de una semana de desconexión con motivo de las vacaciones, vuelvo a leer noticias y a enterarme de la realidad en la que vivo, y no puedo menos que reconocer que somos una raza muy aguantadora.

Sin duda que los veracruzanos, y los mexicanos en general, somos “de aguante”. Por los siglos de los siglos, hemos soportado todo tipo de abusos: la pérdida de nuestro territorio, de nuestras riquezas, de nuestra identidad. Hemos apropiado este modelo como nuestro destino y nos hemos resignado a él.

En estos días, vivimos una violencia imparable, gobiernos que han vuelto la corrupción algo cotidiano y normal, la riqueza concentrada en muy pocas manos y la pobreza multiplicándose en la vida de millones y millones de personas. Gasolinazos, aumentos de la luz y el gas, promesas incumplidas…No importa el daño que se nos haga, los mexicanos seguimos tolerándolo todo.

Ningún otro país soporta lo que nosotros soportamos y vemos como normal día con día.

Tal vez el problema es que hemos ido perdiendo nuestra capacidad creadora, de autocrítica, de acción, pues las tres van de la mano. En estos “tiempos difíciles”, vivimos indiferentes a lo que nos rodea, en un individualismo rampante, que se traduce en una franca apatía por los demás.

Así, hemos aceptado todo lo que se nos dice y lo que pasa pues cuestionarlo resulta problemático y nos parece sin sentido. Pareciera que ya no queda nada más por descubrir y que las injusticias sociales, la corrupción, las desigualdades, la falta de equidad, la pobreza, la violencia y la impunidad son normales, son algo inevitable ante lo cual no podemos hacer nada.

Pero yo creo que estamos llegando al límite, que tenemos que pensar en el país y el estado que le estamos dejando a nuestros hijos y nietos, que la realidad que estamos viviendo en estos tiempos se ha vuelto verdaderamente insoportable, que ya no podemos seguir “aguantando vara”.

Y me pregunto como muchos connacionales: ¿qué se puede hacer, cómo se puede cambiar el rumbo, cómo podemos transformar esta sensación de impotencia en algo positivo?

Creo que el primer paso es dejar de pensar que lo que pasa en Veracruz y en el país es normal, y vencer el impulso de meter la cabeza en la tierra para pensar en otras cosas. Dejemos nuestra zona de confort y empecemos al menos por informarnos, por estar enterados, por conocer nuestra realidad más allá de lo que dicen las redes sociales, para empezar a sentir la necesaria indignación que permita después dar paso a la acción organizada, a la participación social, a la justa exigencia.

Lo que pasa en Veracruz, lo que pasa en México, no es normal. Y no debe serlo nunca.

¡Hasta mañana!


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