04.Agosto.2016
ABUELEANDO
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Hace apenas unos días, se celebró en todo el país el día del Abuelo. Poco a poco, con el progresivo envejecimiento de la población, se va haciendo una fecha cada vez más importante, casi a la altura del Día de la Madre o el del Padre.
Me encantan las familias que se toman en serio este día para honrar a sus viejos, que les dan el lugar especial que merecen en la familia, y que ubican perfecto que gracias a ellos existimos todos los que llegamos después.

Además, ese día fue especial pues dos queridos miembros de mi familia, Carlos y Guille, se estrenaron como abuelos del bellísimo bebé Leo. Así que un poco inspirada en este gozoso evento, es que me puse a pensar en como son los abuelos de estos tiempos post-modernos.

Hay que decir que la “abuelidad” ha cambiado en estos “tiempos difíciles”. Los abuelos de estos tiempos son independientes y muy activos, usan redes sociales y whatsapp, son personas mayores pero que ejercen su rol de abuelos con alegría y sin ataduras. A diferencia de antaño, la vida de los abuelos modernos no gira cien por ciento en torno a sus hijos y nietos, sino que viven sus vidas “en paralelo”.

Si bien todavía tenemos muchas abuelas y abuelos que suplen el rol parental de sus hijos cuidando de tiempo completo a los nietos mientras sus padres trabajan, cada vez tenemos más y más abuelas y abuelos que han dicho “no” a esta transformación de la “abuelidad” en una obligación y no en un placer.

Recuerdo a mi propia madre en su rol de abuela de cuatro nietos. Me imagino lo sorprendente que le debe haber resultado que la vida le regalara tanta “nietada”, con una hija única. Tenía una relación especial con cada uno de ellos. Mi hija mayor, Mariana, la bautizó como “tita”, porque no podía decir “abuelita”, y desde entonces mi mamá cambió de nombre y se convirtió en Tita para todos en la familia, incluyendo sus hermanos y sobrinos.

Viajaba puntualmente cada fin de semana a Xalapa para verlos y siempre llegaba cargada de regalos elaborados por ella misma: vestidos para las niñas, juguetes hechos por ella, poemas, dibujos, las gorditas de frijol que tanto les gustaban a mis hijos con “salsita que no pica”, libros infantiles, películas para niños…Y lo mejor, llegaba dispuesta a jugar a ras del piso con ellos, a platicar largamente, a escucharlos con atención cuando le platicaban sobre sus anécdotas y vivencias.

Cuando íbamos a verla a Veracruz una vez al mes, siempre los llevaba a nadar al mar, a caminar por el boulevard y el Malecón, a comprar nieves del Güero Güero, a cualquier lugar, pero no dejaban de salir a la calle con ella cada tarde. Ponían a prueba su paciencia, su imaginación y su resistencia física, pero ella siempre decía que había que aprovechar y compartir con ellos lo más posible, porque pronto crecerían y sería más difícil.

Era sabia mi madre…Lo cierto es que los abuelos son muy requeridos por sus nietos en los primeros años de la vida, pero cuando crecen, es natural que tengan sus propias actividades y que busquen contacto con sus pares, por lo que es sano siempre que los abuelos tengan sus propios proyectos, una vida social rica, otros vínculos…

Yo no sé lo que me depare la vida…Espero que con cuatro hijos pueda gozar por lo menos del afecto y la presencia en mi vida de algún nieto o nieta. Mientras tanto, me conformo con disfrutar del advenimiento de los nietos de los demás, de mis sobrinos que ya me han hecho tía abuela, y me quedo con un poquito de envidia de la buena hacia aquellos que, como Carlos y Guille, están viviendo esa maravillosa etapa de la vida de la “abuelidad”.

¡Hasta mañana!


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