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Hace mucho tiempo, durante la Edad Media, los espectáculos en los que se torturaban animales eran muy populares: peleas de gallos, perros, ratas, osos y por supuesto toros. Esto no era extraño, pues los espectáculos de tortura incluso con humanos eran de los más comunes: las ejecuciones públicas de los delincuentes y los autos de fe de la Santa Inquisición, por ejemplo.

Pero conforme la civilización fue avanzando, con la Ilustración fueron gestándose otras ideas en la sociedad, y este tipo de actos empezaron a ser considerados brutales e inaceptables. Se proscribieron primero los eventos públicos de tortura y muerte de personas, y después, al menos en Europa, los de animales, a excepción de España que se resiste a generalizar las prohibición de las corridas de toros (hasta ahora, solo prohibidas en Cataluña).

Pero en nuestros países americanos, las salvajadas continúan. Persisten las peleas de gallos en los palenques, las razas de perros pitbull y rottweiler son criadas fundamentalmente para “espectáculos” de peleas de perros y en muchas fiestas patronales (este próximo fin de semana empezará la “xiqueñada”, en Xico), se acostumbra el toreo de vaquillas en las calles, y las corridas de toros.

Yo creo que el mundo ha evolucionado mucho en el sentido ético, y de respeto por la vida en todas sus manifestaciones, como para que sigamos considerando una “tradición” la brutalidad y el salvajismo de torturar a un animal sólo por el gusto de verlo sufrir.

Por otro lado, la afirmación de que es un asunto de “cultura”, tampoco me convence. En su acepción más positiva, el término “cultura” se refiere al desarrollo de actividades de orden superior que ennoblecen a quienes la practican…como la literatura, el arte o la ciencia. En su acepción más corriente, cultura se refiere a cualquier cosa que ocurra con frecuencia en una sociedad, pero aún esta cultura es transformable.

Algunos pro-taurinos argumentan que si se prohíben las corridas tendría que prohibirse también la caza en general. No veo porque no. Acabaríamos con muchas situaciones de salvajismo como la matanza de focas en Alaska, de delfines en Japón, de elefantes para quitarles su marfil en África…Estaríamos poniendo un alto a la depredación del planeta que a la larga, de continuar así, pagaremos con nuestra propia extinción como especie.

Incluso últimamente, casos como la muerte del gorila Bantú en Chapultepec y otros ejemplares el muchísimos zoológicos del mundo, me ponen a pensar que la existencia de estos lugares donde los animales están recluidos y limitados, obligados a entretener a los visitantes humanos, es otra forma de tortura animal que debe desaparecer de nuestra “cultura”.

Sólo son admisibles los lugares de confinamiento animal cuando la finalidad es la reproducción asistida, la investigación, la preservación y la reintroducción al hábitat natural, pero siempre respetando las condiciones de alimentación, espacios libres y hábitos de los animales.

En estos “tiempos difíciles”, tenemos que cambiar nuestros esquemas y empezar a promover una nueva ética en nuestra relación con los animales y sus hábitats; si queremos sobrevivir como especie, es necesario dejar atrás las conductas de explotación y dominación, y sustituirlas por actitudes de responsabilidad y respeto por la vida.

¡Hasta mañana!


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