18.Julio.2016
POKEMON GO
Por
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Mis cuatro hijos veinteañeros, transcurrieron su infancia y crecieron viendo caricaturas japonesas en la televisión. Ser cuatro niños y niñas juntos en casa, se prestaba para pasar muchas horas jugando juntos y pocas frente a la pantalla, pero de cualquier forma fue imposible sustraerlos de Sailor Moon, Caballeros del Zodíaco, Dragon Ball Z, Ranma y Medio y por supuesto, Pokemon.

Como muchos otros millenials latinoamericanos que guardan en sus recuerdos de infancia estos personajes, cuando la empresa Nantic asociada con Nintendo anunció el lanzamiento de la aplicación de videojuegos gratuita Pokemon Go, desarrollaron muchas expectativas y se aplicaron para conseguir cuanto antes el juego. A estas alturas, creo que ya es posible en México bajarlo en todos los dispositivos Android y con un “parche”, de los teléfonos con sistema operativo ios.

Pokemon Go ha cambiado los hábitos de los videojugadores, pues no se juega sentado o tumbado en el sofá. En una app de realidad virtual aumentada que obliga a sus poseedores a moverse hacia cualquier lugar, lo que junto con la desmesurada adicción que provoca, ha causado múltiples accidentes y generado cientos de anécdotas alrededor del mundo.

El fenómeno me resultó particularmente curioso porque muchos de estos chicos y chicas tienen hoy casi 30 años, y sin embargo, una reminiscencia de la infancia los ha vuelto a convertir en niños y niñas que pasan muchas horas “cazando” pokemones con su celular.

A quienes pertenecemos a la generación anterior, los padres o los abuelos, nos enerva y nos cuesta mucho trabajo entender este estilo de vida, y muchas veces no podemos dejar de juzgarlo como inmadurez, sobre todo cuando en nuestros cánones generacionales ser adulto significa salirse de la casa paterna, terminar una carrera, tener una pareja estable y que obtengan un empleo que a nosotros los padres nos haga sentirnos orgullosos.

Sin embargo, en estos “tiempos difíciles”, los muchachos y muchachas enfrentan situaciones cada vez más complicadas, y están viviendo en medio de cambios sociales y tecnológicos abrumadoramente veloces.

Bien visto, ninguna generación tendría porque imitar o seguir los estilos de vida de sus padres, y particularmente para los jóvenes de estos tiempos, los antiguos paradigmas de vida (familia-matrimonio, casa-hogar y bienestar-salario) ya no se conforman o conciben igual.

Así que no tenemos de otra más aceptar esta afición a los videojuegos como una característica del ser adulto joven hoy.

Lo que sí hay que señalar es que salir distraído con el celular frente a los ojos para cazar pokemones no es una idea sensata en un entorno de inseguridad, delincuencia y robos como el nuestro.

Incluso han empezado a reportarse crímenes y atracos, pues algunas veces los muchachos usan la aplicación sin mucho juicio y sin pensar las consecuencias, y ya se han reportado casos de hackers que los convocan a sitios solitarios para secuestrarlos o robarles sus pertenencias, o accidentes de tránsito por manejar y jugar al mismo tiempo.

El videojuego incluye realidad virtual y es subyugante, y aunque el creador lo recomienda para mayores de nueve años, lo cierto es que no debería ser usado por chicos en edad de secundaria, pues puede comprometer su seguridad.

Así que lo recomendable sería que los padres de adolescentes menores de 15 años estén muy atentos y supervisen los celulares de sus hijos, dispuestos para platicar con ellos sobre los pros y los contras de esta aplicación que ha revolucionado el mundo de los videojuegos y cuyos adeptos ya se cuentan por millones.

¡Hasta mañana!


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