08.Julio.2016
LA INTOLERANCIA
Por
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En estos “tiempos difíciles”, la intransigencia y la intolerancia son actitudes muy comunes en todos los ámbitos: de gobierno (como el conflicto de los maestros con la Secretaría de Educación), de asuntos de género (pensemos aquí en la reacción de muchos frente a la propuesta de los matrimonios igualitarios, por ejemplo) e incluso, en lo interpersonal (simplemente las posiciones inflexibles en torno a ciertos hábitos o ideas, o las resistencias al cambio en las relaciones de pareja, de amistad, de familia…).

Los seres humanos no nacimos con esa tendencia a la rigidez, por el contrario, nacemos maleables, adaptables al entorno. Lo que realmente sustenta a la intolerancia es el miedo, el miedo a lo nuevo o a lo diferente, y ese miedo, los que trabajamos con primera infancia lo sabemos muy bien, surge de la falta de cuidado y protección cuando fuimos pequeños.

Las ideas son siempre debatibles, intangibles, y pueden ser creadas, organizadas y cambiadas con solo pensarlas. Así que es absurdo sostener ideas fijas, inalterables a lo largo del tiempo. Pero para quienes crecieron en un ambiente sin contención emocional, donde la base de la seguridad que es el amor incondicional (único ámbito que debiera ser inamovible en nuestras vidas) fue escasa o nula, ampararse bajo ideas rígidas se vuelve una pulsión incontrolable.

La tolerancia se refiere a una actitud de apertura y respeto a las diferencias que existen entre las personas. A pesar de que es un término utilizado para aludir a diferencias religiosas o étnicas, hoy se aplica también a situaciones de diversidad como el género, la preferencia o las discapacidades.
Hoy tolerancia significa respetar y aprender de otros, valorar las diferencias (incluso ideológicas), rechazar los estereotipos injustos, crear nuevos lazos y afinidades con los opuestos y tender puentes entre las culturas.

Tolerancia no significa aceptar todas las conductas…No aquellas que causan daño o afectan a terceros, muestran irrespeto o atentan contra los derechos de otros. La tolerancia se trata de aceptar a las personas tal y como son, y escuchar e incluso aceptar ideas diferentes a las nuestras; no se trata de aceptar malas conductas.

Si lo pensamos a gran escala, la proclividad a la intolerancia ha causado muchos de los conflictos y las guerras que a lo largo de la historia hemos enfrentado, provocados como consecuencia del miedo frente a ideologías, credos o razas diferentes. Y este miedo no es social…Es la suma de todos los miedos individuales.

Mucho podemos hacer desde las familias para crear un mundo más inclusivo y tolerante. Además de modelar con el ejemplo y repensar nuestras actitudes, proteger, abrazar y cobijar a nuestros hijos, hacerlos sentir y saberse siempre queridos y aceptados, ayudará a que crezcan seguros de sí mismos y confiados, capaces de ser flexibles frente a lo ajeno y lo diferente sin miedo, y aptos para navegar en esta vida que se mueve y cambia continuamente.

¡Hasta mañana!


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