02.Julio.2016
EL DESARROLLO DE LA AUTOESTIMA
Por
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Si quisiéramos definirla, diríamos que la autoestima es, en términos generales, la valoración que uno tiene de sí mismo y que se establece a través del propio grado de aceptación y del concepto de uno mismo. Es una competencia fundamental para la vida, y básicamente se estructura y consolida en la familia.

Es un elemento básico en la construcción de la felicidad. Un niño que se siente querido y valorado será capaz de querer y valorar a los demás. La autoestima lo hará sentirse seguro y competente.

Quien posee autoestima se asegura muchos triunfos en la vida; cuando el ambiente del niño le proporciona experiencias positivas y éstas van acompañadas de valoraciones también positivas, aumentan sus metas. Se exige cada vez más, pero evalúa sus logros y asimila los fracasos sin desanimarse. Un niño con autoestima es capaz de aceptarse con aciertos y errores, valorarse y tener iniciativa, superarse a pesar de los fracasos; es capaz, en una palabra, de quererse.

Además, la autoestima no es algo estático: fluctúa en función de las situaciones que nos toca vivir, de las personas que nos rodean, de cómo nos sentimos en cada momento. Pero las bases en las que se asienta la autoestima se forjan en la infancia y es misión de los padres que sus hijos construyan dichas bases.

Un niño con buena autoestima desarrolla un pensamiento positivo, es decir, observa lo bueno de las situaciones, se esfuerza por lograr los menores resultados, persevera ante los contratiempos y atribuye lo conseguido a su actuación ante los hechos y no a la suerte o al destino.

Aprende a evaluar las consecuencias que su comportamiento tiene en los demás e intenta disminuir los daños innecesarios que su conducta pudiera causar. Esto es, aprende a respetar a los demás.

Y finalmente, un niño con buena autoestima es aquel con habilidades sociales adecuadas para hacer frente a diferentes situaciones, con un alto grado de autocontrol para frenar los impulsos, con un optimismo que le ayuda a hacer frente a las dificultades cotidianas y con una adecuada autonomía e independencia.

Tengamos siempre claro que los padres y los adultos que rodeamos a los niños desempeñamos un papel fundamental: podemos impedir que el niño perciba una imagen negativa de sí mismo y enseñarle a desarrollar un autoconcepto que le devuelta una imagen realista de su persona para que se quiera y se acepte con es, con virtudes y defectos, y consolide una sana autoestima que aumente sus posibilidades de éxito social, académico, afectivo y familiar a lo largo de toda su vida.

¡Hasta mañana!


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