30.Junio.2016
LA EDUCACIÓN EN LOS PRIMEROS AÑOS DE VIDA
Por
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Una preocupación central en los países que se consideran de “primer mundo”, es atender y reforzar el cuidado de su población infantil menor de seis años. En nuestro país, por el contrario, desgraciadamente pareciera que los gobiernos se empeñan precisamente en lo contrario, con leyes no cumplidas y acciones que merman las posibilidades de los niños y niñas de convertirse en personas competentes y llenas de humanidad.

Hay muchas razones por las que el Estado mexicano y los gobiernos de cada entidad, así como la sociedad en su conjunto, debieran cuidar la educación de los niños en edad temprana. Nadie objeta, al menos de “dientes para afuera”, que los niños y las niñas tienen derecho a recibir las mejores condiciones para desarrollar sus capacidades. Eso lo postulan desde hace más de 35 años varios ordenamientos como la Convención de los Derechos de las Niñas y los Niños.

Por otro lado, para preservar valores sociales y morales, hay que empezar con los niños desde el trabajo de las familias. La sociedad debe ofrecer a los pequeños entornos seguros, donde se hagan vigentes los valores sociales, que nos permitan vivir en armonía. En un mundo atormentado por la violencia, la inseguridad, etc…, esto cobra especial relevancia.

Y en estos tiempos de estrecheces económicas, se hace más significativa la reducción de costos en la educación de los niños si se inicia desde la primera infancia, ya que disminuyen las tasas de deserción y repitencia escolar. La capacidad para organizar conocimientos, transferir conocimientos y ser selectivos se aprende en los primeros años.

La primera infancia es también la oportunidad para hacer un trabajo de equidad y género, en la atención igualitaria hacia niños y niñas. Y sobre todo, la posibilidad de ayudar a los niños a desarrollar aptitudes que les servirán a lo largo de la vida para aprender y compensar rezagos provocados por otras causas, tales como la desnutrición.

Los cambios sociales, geográficos y demográficos han propiciado que las familias tengan otra estructura en la cual se debe prestar más atención al desarrollo temprano. La incorporación de la mujer al campo laboral, el cambio de actividades, la migración, etc., nos obliga a mirar cual es el entorno en el cual se están desarrollando los niños y cuáles son las oportunidades y ambientes que pueden propiciar seguridad.

Por todo lo anterior es que no puedo entender que en México tengamos un claro vacío en la atención de este estrato de edad, que no se cuide ni se atienda la formación de los agentes educativos en el Sistema Nacional de Guarderías del que dependen miles de estancias infantiles en el país, y que a nivel estatal, la atención de los niños y niñas menores de cuatro años de la modalidad escolarizada no tenga mayor importancia para las autoridades educativas, y en el caso de la modalidad no escolarizada, esté condenada a desaparecer por falta de presupuesto y pagos atrasados a los promotores educativos en las comunidades de atención.

No queda más que hacer votos, esperando que a partir del primero de diciembre de este año, se ponga el ojo en lo importante y se atienda tanto en el sector educativo como en el de salud y desarrollo social, a las familias con niños pequeños, con eficiencia, calidez y calidad.



¡Hasta mañana!



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