Muchas de las cosas que nos están pasando, me hacen pensar en la imperiosa necesidad de que en todos los ámbitos, empecemos a abrirle paso a las nuevas generaciones, a los más jóvenes, para que con una renovada visión, con el ímpetu y las energías necesarias emprendan las transformaciones que el país reclama.
Pero también veo el desempeño de algunos estadistas y funcionarios jóvenes, y me quedo pensando si este relevo generacional debiera ser meramente por la inercia del paso del tiempo o si tendríamos que preocuparnos realmente por preparar a estas nuevas generaciones que sustituirán a los políticos, los empresarios, los intelectuales de hoy…Es decir, ¿estarán preparados los jóvenes de hoy para este relevo generacional?
Según datos del Consejo Nacional de Población, el número de personas en edad de trabajar se iría expandiendo, de los 73.3 millones con que se contaba en el año 2010, a 82.6 millones para el 2020. A esto se le llamó el bono demográfico, y significaba tener la certeza de que habría suficientes individuos para sustituir a los trabajadores de mayor edad. Pero en estos números fríos, lo que nunca se consideró es si habría suficientes plazas laborales, si los más jóvenes tendrían las oportunidades de formación académica e intelectual necesarias y si habría la voluntad y las condiciones de los mayores de dar paso al relevo generacional mediante el retiro y la jubilación.
La realidad que estamos viviendo en estos “tiempos difíciles” es precisamente, adversa en estos términos: hay una tasa de desocupación creciente, cada vez menos plazas y espacios laborales; las oportunidades de adquirir una educación de calidad se estrechan y los sistemas de jubilación avientan cada vez más lejos la edad para el retiro ante la incapacidad de sostener y garantizar el pago de pensiones.
Esto me parece de verdad preocupante…El punto no es simplemente que los jóvenes sustituyan a los viejos, o cambiar personas maduras por personas jóvenes, sino la importancia y la necesidad, para cambiar el estado de las cosas, de renovar creencias, percepciones, discursos, conductas y visiones.
Estamos agobiados por la inseguridad, la corrupción, la impunidad, y la estolidez política. Sigo pensando que la única salida posible para el país está en sus jóvenes.
Es hora de que los millenials salgan de su activismo digital para empezar a organizarse y a participar en los procesos de cambio. Tal vez también es hora de que los mayores nos hagamos a un lado, pero sin dejarnos de ocupar de crear las condiciones necesarias para que se renueven los liderazgos y las estructuras.
