16.Junio.2016
¿A TODOS LOS QUIERO POR IGUAL?
Por
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Cuando tenemos más de un hijo, solemos decirles que los queremos a todos por igual. Pero haciendo un ejercicio de honestidad, esto es totalmente imposible. Y no hablamos de cantidad de amor, sino de la calidad del mismo, de lo cualitativo. No hablo de cuánto, hablo de cómo…

Tengo cuatro hijos y a los cuatro los he criado de manera diferente, simple y sencillamente porque ellos son diferentes. A mi primera hija la quería meter en una cajita de cristal, seguía casi a ciegas las indicaciones del pediatra aunque contrariaran mi instinto o mi intuición, y casi la llevaba entre algodones.

Con su hermana, ya con más experiencia, mi estilo de crianza fue más relajado, más confiado en lo que había aprendido…Y así, diferente con cada hijo, aprendiendo cada vez más (nunca podremos decir que lo sabemos todo) y aceptando que cada niño es distinto y tiene necesidades y ritmos diferentes.

Mis hijos me enseñaron que no hay una fórmula perfecta para ser mamá, y que lo importante es conocer las necesidades de la persona que tienes enfrente: mirarle a los ojos, ponerte en su lugar, comprenderla y transmitirle tu amor de la forma que lo necesita. No quiero a mis hijos igual, los quiero hasta el infinito a los cuatro, pero a cada uno a su manera.

Algunas veces unos u otras me han echado en cara, que alguno de sus hermanos es mi hijo o hija “favorito”. Es común que los hijos se sientan tratados injustamente porque no entienden algo que es fundamental: la justicia no es dar a todos lo mismo, precisamente porque son distintos y tienen diferentes necesidades. Por esa misma razón, tampoco se vale exigirles lo mismo o compararlos entre sí, con comentarios del tipo “porque no eres como tu hermano” o “tu hermana siempre sacaba excelentes calificaciones”.

¿Tenemos o no un hijo predilecto? Yo creo que objetivamente, los padres siempre sabemos cuál de nuestros hijos es más cariñoso, cuál es más sensible, cuál es más inteligente…Sabemos sobradamente lo que es cada uno y no es de monstruos que como papás pensemos que alguno es más inteligente o bien parecido que el otro.

De hecho, es importante este juicio objetivo precisamente para saber qué esperar y qué exigir de cada uno. Pero nuestros hijos no tienen por qué conocer la opinión que tengamos. Ellos solos, con el tiempo, y a través de un proceso de autoconocimiento y autoaceptación apoyado por sus padres, sabrán en qué destacan y en qué no. Lo importante es que crean en sus posibilidades y sepan sacar partido a sus virtudes.


¡Hasta mañana!


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