Ahora que acaba de pasar el proceso electoral, me he quedado pensando en las características que tenemos como ciudadanos, y en cómo nos cuesta tomar decisiones bien informadas y asumir las consecuencias de las mismas.
Creo que desde las familias, podemos hacer mucho para que esta identidad de ciudadanos se vaya forjando desde que somos niños.
Es un derecho que tenemos desde que nacemos…Pensar en el otro y con el otro es una forma de vivir la ciudadanía, esto en la primera infancia tiene una relevancia significativa.
Si los padres y todos los adultos que rodeamos a los niños permitimos que participen de forma activa, que entiendan desde pequeños lo colectivo y lo individual, estaremos hablando de fortalecer su ciudadanía.
Dos elementos importantes para garantizar la ciudadanía son la participación y la responsabilidad, y sólo se pueden dar cuando propiciamos que desde pequeños tengan idea de lo que significa la integración a un grupo social o familiar, la solidaridad desde lo humano, cuando se les reconozca como personas útiles desde su potencial y capacidad.
Si nosotros permitimos que los niños tomen decisiones, que lleven a la práctica sus ideas, que siempre su participación sea respetuosa, si evitamos que discriminen y ponemos nuestro empeño en que puedan ser tolerantes y reconozcan al otro como igual, tendremos ciudadanos comprometidos y socialmente responsables.
Otra de las formas en que ayudamos a construir ciudadanía en los niños pequeños tiene que ver con involucrarlos en la solución de las problemáticas escolares y familiares; generalmente los adultos tratamos de que los niños no se enteren, pero con ello corremos el riesgo de hacerlos indiferentes a las situaciones difíciles. Cuando los niños conocen las problemáticas, incluso tienen maneras creativas de resolver las situaciones difíciles que enfrentan la o la escuela.
Una parte importante del sentir colectivo tiene que ver con reivindicar el esfuerzo diario de los niños para fortalecer su autonomía y por ende, su ciudadanía.
Entonces, desde la casa estamos en la posibilidad de fomentar un ambiente donde los niños puedan tener opciones y elegir; este ejercicio democrático y participativo permitirá que aprendan a valorar sus decisiones, mejoren su autoconcepto y puedan, desde la primera infancia, desarrollar una actitud crítica frente a cualquier situación.
