CASITAS, MPIO DE TECOLUTLA, VER., 10 de Agosto, 2017.- La empresaria Rebeca Cervantes Lazarini jamás olvidará la noche del miércoles 9 de agosto cuando la sorprendió el huracán "Franklin" mientras pasaba unas vacaciones en Costa Esmeralda, tras huir de la contaminación auditiva, visual y del aire, que padecen en el Estado de México.
Refiere que ningún autoridad les avisó que era necesario salirse de la casa donde llegaron a rentar, incluso el miércoles todavía comieron en la zona de restaurantes, pero nadie les advirtió nada, solo escuchaban a la gente decir "Ya viene el huracán, ya viene el huracán".
Fue una noche de "angustia" se escuchaban los gritos de una señora que suplicaba la ayudaran a detener sus laminas que se volaban con la fuerza de la lluvia y del viento superior a los 150 kilómetros por horas, que trajo el huracán "Franklin",
Llegaron a Costa Esmeralda el domingo por la mañana a una casa que rentaron en Casitas para pasar una semana de descanso, con paseos en los manglares, nadar en el mar y caminar por las mañanas en la playa.
Por lo menos esos eran los planes de la familia hasta el día miércoles, cuando comenzaron a enterarse por la misma gente del pueblo que entraría el huracán.
La turista pensó que al encerrarse en la casa no pasaría a mayores, hasta que vio como volaban las laminas de asbesto y la palapa hecha a base de palmas en el espacio que ocupan para comer en el jardín.
"Tuvimos mucho miedo porque el viento nos llevaba afuera en la calle y nos encerramos. Cuando volaron las laminas nos metimos abajo de las camas y a rezar y esperar que pasara. Lo más miedo nos dio, fue escuchar los gritos de una señora que pedía ayuda" expresó.