La ignorancia nos lleva a cometer acciones muy malas, entre ellas el castigar indebidamente a nuestra mascota, de diversas maneras bajo la bandera de: “lo estoy educando”
Cuando lo que están haciendo es dándole una friega al pobre animal. Lo más común y por tradición, y mala muy mala información, es ponerle collar a nuestro perro, para tenerlo quieto en un solo lugar, y se justifican con “caramba es que no se está quieto” ¡pues edúcalo desde cachorro y aun adulto hay forma de reeducar!.
Así que tenemos collares que de manera estética nos van a ayudar, y otros que resultan dañinos; y son estos últimos los que merecen nuestra atención:
El cuello es un área muy delicada y desprotegida, los collares que usamos ejercen una fuerte presión en él. Porque el perro no sabe caminar en la calle anda a jalones, desbocado.
Por un lado, el perro tirando, y en lado opuesto nosotros ejerciendo resistencia; cada tirón de la correa tiene un impacto directo sobre los nervios del cuello, garganta, tráquea, y claro vértebras cervicales.
Y un impacto más, solo que indirecto sobre los músculos de la zona provocando una tensión constante y agresiva.
En este tenor de castigo están los collares de ahogo: provocan asfixia por estrangulación.
Los collares con pinchos, además de ocasionarle dolor al animal lesionan la piel.
Los collares eléctricos, producen una descarga controlada por el manejador “tenor, dueño” que va directamente al sistema nervioso central, hiere, asusta, desconcierta y lo peor descontrola al perro en lugar de educarlo.
Y si llega a aprender algo bajo este estimulo, impresionante crueldad animal. ¿Tú aprenderías por medio de descargas eléctricas en tus genitales?
Hay varios tipos de collares y cada uno con una función determinada, por ejemplo:
Collar estándar. - usado comúnmente para pasear al perro, debe de haber un espacio de 2 dedos entre el collar y el cuello.
Collar semi ahorque. –aprieta ligeramente el cuello sin llegar a cerrarse en caso de que el animal tire. No está pensado para castigar al perro solo actúa como “un recordatorio” de que no debe dejar de tirar.
El collar de cabeza para perros es similar a la brida de un caballo, es decir, se coloca en forma de lazo alrededor del hocico y se cierra detrás de las orejas. La correa se une a un anillo ubicado en la parte inferior del hocico.
El control está en el hocico del perro y no en el cuello, permitiendo al dueño más control y redirigir su atención de ser necesario.
Puede jalar la cabeza del perro de manera abrupta si no se usa correctamente.
En adición, su uso a largo plazo puede desgastar la piel del perro en la cara.
Los perros jóvenes de entre 3-4 años tiene más tendencia a tirar de la correa, razas como el Pitbull y similares, American Staffordshire, Staffordshire Bull Terrier, American Bully, Bull Terrier y sus cruzas.
El malinois, pastor alemán son mucho más propensos a que se les imponga collar de castigo, por ser perro de trabajo muy cotizados a nivel militar y competencias.
Como vemos aun cuando se quiera justificar su uso siempre habrá un daño.
Mejor educa a tu mascota y usa arnés.
Los collares solo de manera estética o accesorio decorativo para ellos, con moños, corbata etcétera. Pero también ojo pues dentro de este rubro hay collares con acitrónela sustancia aversiva para el fino olfato canino.
Los collares de adiestramiento o castigo no son educativos y dañan al perro. También afectan los valores y principios que rigen una relación basada en la confianza y el respeto.
POR UNA VIDA ANIMAL DIGNA
MVZ AMILCAR JOSE MEZA RODRIGUEZ
EL Arca Wamerú