Al parecer, una de mis peores pesadillas apocalípticas empieza a cumplirse… Hace unos días vi con horror un video en las redes sociales que habla del severo problema del abasto de agua en la metrópoli sudafricana de Ciudad del Cabo.
El cambio climático, ese cuya existencia el lunático de Donald Trump se empeña sistemáticamente en negar, ha puesto a prueba las capacidades de supervivencia y adaptación de los pobladores de esa gran ciudad, y lo mismo está ocurriendo en otras partes del mundo.
La desertificación y las sequías largas y recurrentes son cada vez más severas en todo el mundo, y amenazan a varios países, no sólo africanos sino de todo el orbe.
La situación es tan angustiante, que las reservas de la ciudad sudafricana han pasado de un 93% en el 2014, cuando empezó el problema de la sequía, a un 20% en la actualidad. Para Abril de este año se tiene fijada la fecha cero, en la que se tendrá que cortar el suministro de agua en los domicilios, y poner puntos de abastecimiento en toda la ciudad donde los habitantes podrán acudir a llenar sus garrafas. Se especula sobre si se le dará 25 o sólo 15 litros de agua a cada persona.
Para darnos una idea de la tragedia, baste decir que el consumo de agua per cápita en Ciudad del Cabo, antes del 2014, era de 350 litros de agua diarios.
Estos son “tiempos difíciles”, y si los peores pronósticos se cumplen, muchos países, entre ellos el nuestro, donde el despilfarro y la falta de cuidado de nuestros recursos naturales han sido legendarios, pronto nos veremos inmersos en un total desabasto de agua potable aun cuando el acceso al mismo sea reconocido como un derecho humano básico, y estaremos viviendo el mismo escenario que Los Cabos.
Aunque los estudiosos han estado lanzando alertas sobre la evolución del cambio climático y sus consecuencias, somos una especie autodestructiva y seguimos nuestra loca carrera hacia el vacío. En México, el panorama empieza también a complicarse.
En el Congreso de la Unión, los diputados están discutiendo y a punto de aprobar la Ley General de Aguas, que abrirá un escenario de privatización del vital líquido que podría llevarnos a enfrentamientos como los que ya ocurrieron en Mexicali, Baja California Sur, donde los gobiernos federal, estatal y municipal se han puesto de lado de una compañía cervecera norteamericana, que está siendo dotada de grandes cantidades de agua potable en detrimento del abasto para la población.
Es tiempo ya de que nos preocupemos por generar una nueva cultura del agua que fortalezca su uso racional y moderado, y que hagamos lo que tengamos que hacer para dejar de contaminar nuestros recursos hídricos, antes de que lleguemos en pocos años a una fecha cero como los pobladores sudafricanos.
