30.Enero.2018
LA CRIANZA: TEMA TRASCENDENTAL PARA LA VIDA.
Por
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Cuando decimos “criar” o hablamos de crianza, generalmente evocamos los cuidados biológicos que requiere un bebé: su alimentación, su crecimiento corporal, su salud física. Todavía muchos papás y mamás piensan que los bebés son seres que muy lentamente van adquiriendo capacidades, que no ven completamente los colores, que no pueden identificar sonidos, comprender las cosas que ocurren a su alrededor o interpretar el lenguaje.

Pero los avances científicos nos han permitido entender más del cerebro infantil, y ahora sabemos que los niños pequeños tienen una percepción bastante certera de lo que pasa a su alrededor, que el lenguaje importa muchísimo desde la etapa intrauterina, que los vínculos afectivos son fundamentales para su desarrollo y que el juego es un “alimento” básico para su desarrollo físico y cognitivo.

Conociendo todo esto, habría que redimensionar la tarea de criar y debiéramos entender que se trata de algo muy profundo, que además de atender el cuerpo y las necesidades básicas de los bebés, los lleva de la mano a los aprendizajes más humanos, y que los niños pequeños requieren de nosotros además de cuidados corporales, palabras, abrazos, juegos, historias, libertad y compañía amorosa.

Particularmente, yo estoy convencida de que sólo cambiaremos como sociedad, como especie, si atendemos la crianza. El cambio se genera en la infancia. Nada bueno ha resultado de métodos de crianza acelerados y violentos como los que hemos impuesto a nuestros niños.

Los valores del mundo de hoy como el individualismo, la competitividad, la propiedad privada, son transmitidos a los bebés desde la más tierna edad, con prácticas de crianza tales como dejarlos llorar, cargarlos lo menos posible, usar en exceso adminículos como los portabebés o las carriolas como sustituto de los brazos maternos, introducir pantallas en sus vidas antes de los doce años en lugar de palabras y relación con sus pares y los adultos que los cuidan, usar alimentación artificial y procesada en vez de leche materna, someterlos a jornadas escolares y extraescolares extenuantes desde que son muy pequeños, etc…

Estas maneras de criar han traído efectos importantes en los niños pequeños, como el autismo, el déficit de atención, la hiperactividad, la depresión infantil y la ansiedad y la fatiga crónicas.

En estos “tiempos difíciles” pareciera que lo tenemos todo a favor, pues la ciencia ha realizado avances gigantes y tenemos un desarrollo sanitario y tecnológico cada vez más avanzado. Sin embargo, les hemos negado a las niñas y a los niños lo único que realmente necesitan: nuestra presencia.

¡Hasta la próxima semana!


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