13.Noviembre.2017
ESTIMULACIÓN TEMPRANA VS. ACOMPAÑAMIENTO DEL DESARROLLO...
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En mi trabajo con padres y maestros de niños pequeños, continuamente escucho su preocupación o interés porque los niños reciban una “estimulación temprana”, que se convierte en el principal argumento para enviarlos a una guardería, o en una necesidad de los niños que se subsana invirtiendo en juguetes, materiales didácticos, gimnasios infantiles, etc., y cuando cuestiono los beneficios de esta estimulación temprana, abren desmesuradamente los ojos y les cuesta mucho aceptar un enfoque diferente de la crianza.

El término “estimulación temprana” es una mirada de antaño, que exigía que a los bebés se les estimulara de todas las maneras posibles: sensorialmente, motrizmente, en lenguaje, y que terminaba convirtiendo a los pequeños en una especie de robotitos mecanizados, sujetos a la voluntad y la práctica de los adultos que los movían, los subían, los bajaban, los rodaban, los apretaban, y decidían a qué jugaban y con qué desde pequeños ( “juguetes con los que aprenda algo”, decían).

En la mirada de estos tiempos, la experiencia y la ciencia nos han confirmado que los niños son sujetos de derechos desde que nacen, y que van conformando su particularidad o individualidad a partir de las relaciones que establecen con sus padres, con otros adultos y con sus pares, con su grupo familiar, en su contexto y en su circunstancia, y esto nos obliga a no establecer esquemas fijos para estimular a todos los niños, sino que hablamos más bien de un acompañamiento individual, en lo afectivo, desde el respeto y el concepto de que los niños son aprendices competentes desde el principio de la vida, y que desarrollan sus capacidades con nosotros, sin nosotros, y muchas veces, a pesar de nosotros.

Y visto así, este acompañamiento debe hacerse no sólo a los pequeños, sino en general a las familias.

Lo que pasa en nuestra primera infancia está estrechamente vinculado a lo que llegaremos a ser como adultos: cómo hemos sido tocados, mirados, cómo nos han hablado, como hemos sido considerados, será determinante para el tipo de adultos que llegaremos a ser.

Y la construcción de un sujeto es un proceso que inicia en el seno familiar. Así, Si una mamá fue golpeada de niña, por ejemplo, es muy probable que repita esta conducta con su propio hijo, y en este caso hará más falta acompañar a la madre que al bebé.

Entonces, no es necesario materiales ni juguetes carísimos, para estimular la inteligencia de nuestros niños. Protección, mirada, palabra, respeto y libertad de movimiento, son las cosas que realmente requiere la inteligencia de un bebé para desarrollarse. No pasa por el material didáctico, ni por ponerles series de ejercicios, ni por sentarlos frente a una Tablet o darles un Smartphone, o sentarlos frente al televisor a ver “programas educativos”, o ponerles disquitos de “BabyMozart” que serán más inteligentes…

Con cosas más sencillas, naturales y simples, básicamente con un acompañamiento físico y emocional comprometido de los padres o los cuidadores, los bebés y los niños pequeños serán más felices, estarán más cómodos, y tendrán un interesantísimo desarrollo de la inteligencia y el pensamiento.

¡Hasta el próximo lunes!


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