09.Octubre.2017
ACOMPAÑAR LA VOCACIÓN PROFESIONAL DE NUESTROS HIJOS...
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Desde que tenía unos cinco años, mi hija Paulina decidió que quería ser médico veterinario zootecnista. Como era un poco precoz pensar que se sostendría en esa decisión, pensamos que tal vez más adelante, podría inclinarse por otra profesión. Pero no fue así.

Cuando tuvo que elegir qué preparatoria cursar, optó por ciencias biológicas, que era lo requerido para poder estudiar lo que quería. Y, en su momento, cursó el examen de admisión en la Universidad Veracruzana y logró entrar a la carrera que había elegido desde que era pequeña.

Y después de siete años de noches en vela estudiando, de varios arañazos y mordidas, de desvelos en las guardias, de jornadas de trabajo de doce y catorce horas, de propietarios de mascotas a veces groseros y exigentes, la semana pasada viajé a la ciudad de México para acompañarla en su examen profesional para el grado de Especialidad en Medicina y Cirugía Veterinaria (Especies Pequeñas) en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que jubilosamente, aprobó por unanimidad.

Aunque el esfuerzo y el mérito le corresponden enteramente a ella, no puedo evitar sentirme muy complacida por este logro.

Yo creo que los padres tenemos un papel fundamental en este acompañamiento que hacemos de nuestros hijos para ayudarlos a ser lo que quieran ser.

En la medida de nuestras posibilidades, es importante ofrecerles las herramientas para que se preparen mejor, impulsarlos para que adquieran seguridad y confianza en sus propias decisiones y elecciones, respetar éstas aunque no siempre estemos del todo de acuerdo, prestar atención a sus necesidades y estilos de estudio, y sobre todo, animarlos y reconocer todos sus logros, incluso los pequeños.

No existen fórmulas mágicas para que nuestros hijos tengan éxito en la vida, pero lo que sí es una fórmula mágica que los padres tenemos la obligación de transmitir a nuestros hijos es que con esfuerzo, las metas, tarde o temprano, se alcanzan.

Para algunos chicos y chicas, el camino de encontrar la verdadera vocación se hace un poquito más largo y complejo, y requieren de nuestra paciencia y apoyo en el proceso.

A veces pasa que, después de haber cursado una carrera y estando a punto de recibirse, algunos muchachos y muchachas dejan todo y cambian a otra profesión porque se dieron cuenta de que lo que realmente los apasiona no tiene nada que ver con lo que estudiaron; aunque también, por supuesto, conocemos montones de personas que trabajan en algo que no las hace completamente felices.

Por otro lado, en estos “tiempos difíciles” es común que la sociedad, regida por las leyes del mercado y el consumo, imponga una mirada de “ascenso económico” por encima del desarrollo profesional, y los chicos a veces se ven presionados a elegir una carrera en términos de ganar dinero y no de ser felices.

De verdad pienso que en este mundo tan competitivo y exigente, que a veces genera tanta presión emocional e inseguridad, los padres necesitamos recuperar más que nunca nuestro rol de apoyo para nuestros hijos.

Afecto y firmeza, límites sin autoritarismo, y sobre todo, el respeto y el impulso para que se reconozcan, para que sean siempre ellos mismos, para que sientan y sigan el sano impulso de explorar y desarrollar todas las posibilidades que sus vidas les ofrecen. Así que de nuevo, con mucha felicidad y orgullo, reconociendo todo el esfuerzo, la perseverancia, la valentía y los sacrificios realizados…¡ Muchas felicidades, Pau!

¡Hasta la próxima semana!




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