Después de un largo tiempo de adaptación a nuevas circunstancias laborales y personales, y gracias a la paciencia y comprensión de nuestra directora Luz María Rivera, a quien le agradezco su amistad de siempre, estoy de regreso en este espacio mercurial, ahora semanalmente, para seguir compartiendo reflexiones y pensamientos sobre la Educación y la crianza de los niños y los adolescentes en estos “tiempos difíciles”.
La semana que acaba de terminar estuve en la ciudad de México, representando a la Secretaría de Educación de Veracruz en un Seminario-taller denominado “Políticas Públicas en Desarrollo Infantil”, organizado por el DIF nacional, en el que participaron diferentes instituciones de todo el país dedicadas a trabajar con la primera infancia: Salud, Educación, Desarrollo Social, organismos del sector privado, y algunos invitados internacionales.
El taller se llevó a cabo en dos días completos, trabajando mañana y tarde, con paneles, conferencias y una actividad de taller con la temática de construcción de una política pública en México para la primera infancia.
La inauguración corrió a cargo del doctor José Narro Robles, Secretario de Salud, quien destacó el esfuerzo realizado en este taller para tratar de aglutinar a todas las instituciones que desde un enfoque u otro trabajan con los niños menores de 5 años, y enfatizó la necesidad de fortalecer las estrategias dirigidas a garantizar una sociedad más sana desde los primeros años de vida de la población.
Especialmente me impactó una frase de su discurso inaugural que decía que “todo puede comenzar por una buena idea, que se convierte en un proyecto, que llega a ser un programa, para consolidarse en una política, hasta transformarse en una causa”.
Esa frase me inyectó la gran esperanza de que después de los trabajos del taller, todos los presentes pudiéramos regresar a nuestros estados abrazando con entrega y entusiasmo la causa de trabajar por la infancia de este país.
Pero pronto me golpeó la realidad que hoy vivimos en Veracruz…
Al inicio del taller, éramos cuatro representantes veracruzanos de diferentes instituciones. No diré nombres ni cargos, porque no se trata de "balconear" a nadie, pero todos, excepto yo, eran funcionarios recién designados por el “gobierno del cambio”. Para la tarde del primer día, sólo permanecíamos dos integrantes del “team” veracruzano; la mañana delsegundo día estuve sola, y terminamos el taller nuevamente dos personas.
En otro momento también me hundí en mi asiento cuando la Directora General de Prestación de Servicios para la Atención, Cuidado y Desarrollo integral Infantil del Sistema Nacional de DIF mencionó a Veracruz, encabezando la lista de las cinco entidades que han ignorado la ordenanza de la ley general de promulgar una ley estatal sobre la materia.
Así que una de las partes más gratificantes de mi asistencia a este evento, fue la oportunidad de escuchar y aprender de las conferencistas de Chile y Colombia: cómo pueden llevarse a cabo políticas públicas intersectoriales para atender y apoyar el desarrollo integral de las niñas y los niños desde todos los flancos, con programas como “Chile crece contigo” y el colombiano “De cero a siempre”.
En el caso de Chile las cosas se resuelven más fácil porque al ser una república centralizada, la verticalidad de las líneas de acción y de las directrices, y el manejo de un presupuesto único y centralizado, hacen que las acciones se concreten de manera generalizada y con control férreo.
Entonces en Chile todos los pequeños tienen garantizado un plan de salud personalizado, cuidados prenatales, talleres prenatales para los padres, atención personalizada del proceso de nacimiento, un programa de apoyo a los recién nacidos, una promoción de la paternidad activa, y prestaciones de acceso preferente y de acceso garantizado para las familias con niños pequeños. Y así los apoyos van variando, a partir de que los niños y niñas van creciendo: de 0 a 2 años, de 2 a 4, de 4 y más…
De 0 a Siempre es la estrategia colombiana que reúne programas, proyectos, acciones y servicios dirigidos a la primera infancia, con el fin de prestar una verdadera atención integral que haga efectivos los derechos de los niños menores de cinco años. Colombia, como México, es una república federal, que se organiza en tres niveles de gobierno, y que sin embargo, en pocos años, ha logrado avances impresionantes en el cuidado, la salud y la alimentación de sus niños pequeños.
La realidad nuestra está a años luz de estos países…En México trabajamos de manera sectorizada, cada institución por su lado, a veces incluso duplicando acciones y beneficiarios, en una danza sinsentido de logos y egos, con una política errática que dista mucho de ser una política pública prioritaria.
¿Qué tendríamos que hacer? Pues precisamente definir una estrategia que coloque a la primera infancia como una de las primeras prioridades de política pública, y gestionar como Chile y Colombia un modelo de coordinación intersectorial con un modelo de protección integral de los niños y las niñas que no sea sólo de papel, como parece ser nuestro SIPINNA (Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes).
También sería necesario generar formas de medición, evaluación y monitoreo de calidad; involucrar a la sociedad civil y a los sectores privado y de organizaciones no gubernamentales en el mejoramiento de las condiciones de vida de la primera infancia; aumentar la inversión orientada a los niños pequeños; optimizar los sistemas y protocolos de registro e información, e implementar una política comunicacional en pro de una sociedad que conozca, promueva y garantice los derechos de los niños y las niñas.
Casi nada…Pero hoy, más que nunca, volver los ojos y la atención a los niños y las niñas en los primeros años de sus vidas, es la última esperanza que tenemos para enrumbrar el presente y asegurarnos un mejor futuro como país. Y la tarea, sin duda, empieza desde la familia.
