13.Enero.2017
CRIMINALIZAR A LOS NIÑOS
Por
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11.Septiembre.2018



En los eventos de la semana pasada, de saqueo a tiendas de autoservicio y de conveniencia, la inmensa mayoría de los 1500 detenidos en todo el país, eran, tristemente, menores de edad.

Así lo admitieron las autoridades y así lo pudimos constatar los ciudadanos en fotos y videos de los hechos, donde predominan los rostros jóvenes e incluso infantiles.

En el caso de Veracruz, el gobernador Yunes, a pesar de lamentar que los casi 550 detenidos son mayoritariamente menores de 18 años, prometió “mano dura” para ellos.

Cada vez que suceden hechos difíciles como el que acabamos de vivir, que implican una conducta criminal por parte de jóvenes e incluso niños, reaparece la posición de la “mano dura” como la única solución al problema de seguridad, y se ponen de manifiesto las visiones institucionales de infancia, muchas veces contrarias a los derechos humanos de este sector de la población.

Ante la problemática de menores de edad en conflicto con la ley, la edad promedio internacional para ingresar a un centro tutelar es de trece años, en tanto en México es de doce, pero en la práctica el ingreso a los penales es a partir de los catorce. En el país existen 32 legislaciones diferentes sobre la materia, una por cada entidad federativa; por lo tanto, los jueces emiten resolutivos sobre los años de internamiento con base a las normas locales, así como el tratamiento al cumplir la mayoría de edad. En el país, casi ochenta por ciento de los adolescentes en las cárceles tienen entre 16 y 18 años de edad.

Tenemos por un lado, este marco jurídico penal obsoleto y por otro la Ley de Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes, que claramente determina que todos los menores de dieciocho años de edad son sujetos de derechos apoyándose en el principio del “interés superior del niño”, orientando y limitando la intervención del Estado y de los adultos en las cuestiones que atañen a los niños o adolescentes.

Yo creo que debemos apostarle más a la educación, a la formación en valores, estando cerca de los niños, niñas y adolescentes. Los chicos no son “los irregulares” sino que, en realidad, en muchos casos son víctimas de las irregularidades del mundo de los adultos, irregularidades de las instituciones del Estado, de las instituciones de la sociedad civil y de la familia misma.

Ojala pudiéramos todos entender que un niño o una niña llega a la delincuencia como consecuencia de una cadena de ausencias, que el Estado debiera analizar y resolver con una mirada integral y no con la salida fácil de la criminalización y la represión.

¡Hasta mañana!

P.D. Nuestras condolencias y un abrazo solidario a nuestra directora, Luz María Rivera, por el sensible fallecimiento de su hermano mayor. Elevamos nuestras oraciones por su descanso eterno, y pedimos al Creador consuelo para ella y toda su familia.


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