Una de mis preocupaciones cuando pienso en los retos y desafíos de estos “tiempos difíciles”, ha sido siempre como enfrentaremos en México y en el mundo, las consecuencias de cambio climático.
Acabo de ver un video del derretimiento de los polos, que han perdido 45% de su masa de hielo en los últimos 10 años. Si seguimos sin tomar acciones, se espera un incremento de la temperatura promedio de la Tierra de 3.7 a 4.8 en los próximos cinco años.
El uso de aire acondicionado y ventiladores eleva cada vez más el costo de la electricidad en los hogares; las inundaciones anuales ocasionan daños en propiedades privadas y pérdidas millonarias en las costas; aumentan las marejadas y los huracanes cada vez más violentos, disminuye la producción de alimentos, escasea cada vez más el agua potable y hay un fenómeno de desertificación de la tierra cada vez más extendido.
El Banco Mundial señala que el nuestro es uno de los países más vulnerables por el fenómeno climático: 15% del territorio, 68% de la población y 71% de la economía están expuestos a las consecuencias adversas relacionadas con el clima, y entre los estados mas expuestos se encuentra, precisamente, Veracruz.
Ante este panorama tenemos que aceptar que no hay otro camino, y que si realmente nos preocupa el calentamiento global, es incongruente que exijamos que devuelvan el subsidio a la gasolina, y que el país necesita agilizar la transición de la gasolina al gas natural.
Por otro lado, tenemos que reconocer que los mexicanos somos verdaderamente adictos al uso del automóvil. En Xalapa es intolerable ver como cada año aumenta el flujo de vehículos, el tiempo para recorrer una distancia corta no baja de 40 minutos, han proliferado como arroz los estacionamientos públicos y la movilidad, en horas pico, es casi imposible.
Pero lo que si necesitamos exigir, creo yo, es en principio, honradez y probidad en el servicio público, una reducción sustantiva en el gasto del gobierno, un transporte público eficiente, y un programa de apoyo especial para los sectores que usan combustibles para apoyar la producción y la generación de riqueza (campesinos, pescadores con lancha de motor, transportistas, trabajadores del volante).
Pensemos: Hace unos días, un recuento de los expedientes por corrupción abiertos ante la Auditoría Superior de la Federación y 26 contralorías estatales, publicado en un periódico de circulación nacional, reveló que la suma de lo denunciado alcanza los 245 mil millones de pesos.
Mucho más de lo que representaba el subsidio anual a la gasolina.
En Veracruz, seguimos esperando que las autoridades federales o la Fiscalía General del Estado cumplan con su deber y castiguen a los culpables del saqueo desmedido que tiene a la entidad sumida en la zozobra y la pobreza.
Eso es lo que verdaderamente debe indignarnos y provocar la movilización ciudadana.
