03.Enero.2017
TIEMPO DE CALIDAD
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Han pasado las fiestas de Navidad y Año Nuevo, y para muchos de nosotros el mejor saldo de la temporada es haber tenido la oportunidad de pasar tiempo de calidad con los seres que amamos.

¿Y a qué me refiero cuando digo tiempo de calidad? En estos “tiempos difíciles”, en los que los padres tenemos que trabajar jornadas muy largas e incluso dobles, es un dicho muy común: más vale calidad que cantidad.

Para mí, se trata de que nos ocupemos de construir oportunidades o establecer tiempos para disfrutar juntos. No importa cuanto sea el tiempo que pasemos en familia, pero que lo disfrutemos.

Para otros, el tiempo de calidad se define por la atención o interés que prestamos a los demás, cuando los escuchamos de manera atenta y tenemos conversaciones profundas y auténticas. Es algo así como desconectarnos de nuestras preocupaciones y pensamientos habituales y enfocarnos en lo que está sucediendo en ese momento.

Lo que si no se vale es que usemos este concepto de “tiempo de calidad” para justificar la escasez de tiempo dedicado a la familia, pues evidentemente, cuanto más tiempo compartido con nuestros seres queridos, mejor. Y este tiempo no debe ser visto como un compromiso, como algo con lo que tenemos que cumplir, sino como una oportunidad vital que nos fortalece, que nos inyecta energía renovada.

Entre mis propósitos para este año está, precisamente, disponerme a crear más oportunidades para tener “tiempo de calidad” con todos los que amo: familia y amigos.

Es verdad que nos encanta la “chorcha” y las ocasiones de fiesta y convivencia todos juntos, pero creo que también muchos momentos de calidad deben ocurrir en privado, cuando podemos sostener conversaciones o pasar juntos tiempos con sólo alguno de nuestros hijos o nuestros amigos, con plena confianza.

También tengo claro que el tiempos de calidad no tiene que ser algo extraordinario, sino que puede ser algo cotidiano como cocinar juntos, dar un paseo, contarnos lo ocurrido en el día, contemplar juntos un paisaje, disfrutar una película…A veces en las cosas más simples está la verdadera riqueza.

Compartir con la familia, expresar los sentimientos, son necesidades tan importantes como comer o dormir. De manera que merecen un lugar en nuestras vidas. No “buscamos” un momento para dormir o comer, son espacios que están establecidos en nuestras rutinas y horarios.

Así mismo debe ser con el tiempo que se comparte con quienes amamos.

Y aunque parezca reiterativa, creo que para lograr un verdadero tiempo de calidad debemos limitar la interacción con el celular, la televisión, las computadoras y las pantallas en general. Conversar mientras miramos el teléfono o vemos el noticiero no puede catalogarse como tiempo de calidad. Se trata de centrar nuestro foco de atención en la interacción que sucede entre nosotros y nuestros hijos, nuestras parejas, nuestros amigos, pues sólo así pueden ser “nutritivas” estas relaciones.

Finalmente, evitemos los sentimientos de culpa, así como hacer comparaciones. Siempre habrá esa mamá que puede pasar más tiempo con sus hijos. Pero lo que funciona para unos no funciona para todos: lo que puede ser tiempo de calidad en un hogar no necesariamente lo será en otro. El ejercicio será entonces, poner atención a eso que nos mantiene juntos, que nos hace disfrutar de nuestra compañía, que nos hace crecer al sentirnos reconocidos, amados y protegidos. Estos momentos serán tiempo de calidad.

¡Hasta mañana!




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