09.Diciembre.2016
PARENTALIDAD E INTERNET
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Es imposible no regresar a este tema, pues es una de las mayores preocupaciones de las familias en estos “tiempos difíciles”: cómo podemos utilizar en beneficio de nuestros hijos la tecnología, y prevenir problemas como la sobreexposición a redes sociales, el ciberacoso, el sexting, las adicciones….

Lo cierto es que el mundo digital ha llegado a nuestras vidas para quedarse, y muchos de nuestros hijos están inmersos en él desde muy pequeños. Los beneficios son numerosos y notables: el entretenimiento, el acceso fácil a la información y el conocimiento, la posibilidad de comunicarse con otras personas que estén lejos, compartir fotos y textos, etc…Pero también se sabe hoy que el ciberespacio puede tener un componente nocivo para los niños pequeños y los adolescentes, pues no tienen aún la capacidad de autocontrol frente a estímulos tan poderosos, diseñados para captar su atención, y por lo tanto requieren control externo, límites y normas claras.

Así que nos toca a los padres asumir este rol de reguladores de la digitalidad de nuestros hijos. Una regla importante sería que hasta los seis años de edad, los pequeños desarrollen su cerebro lejos de las pantallas de televisión, teléfonos, tabletas y otros monitores. Existen numerosos estudios que ligan la exposición a estos dispositivos, durante los primeros años de vida, con mayores problemas de conducta y desarrollo de déficit de atención. Al cerebro del niño no le hacen falta más estímulos que la vida real.

La integración de los niños a las TIC´s debiera darse de manera paulatina, siempre con el acompañamiento de los padres, que podremos ir concediendo más y más libertad durante la adolescencia, pero vigilantes en todo momento y hablando abiertamente de los problemas que puedan surgir con el uso del internet.

Así, las tecnologías nos desafían para educarnos primero nosotros (no sólo los niños se quedan absortos y aislados frente a las pantallas), y después educar a nuestros hijos en el buen uso; sobre todo, el mayor reto es no olvidar que existe el mundo real, que es tan apasionante como cualquier aplicación o cualquier red social.

Creo que es importante que los papás vigilemos el equilibrio de la dieta digital de nuestros hijos, y que por cada ración de “megas” les demos un tiempo igual o mayor de actividades alejadas de las pantallas. Es preocupante cuando del tiempo de vigilia, los chicos pasan la mayor parte de las horas, enchufados a un dispositivo.

A los padres nos toca regular cuándo y cuánto tiempo se conectan; dónde lo hacen y con quien; y sobre todo, orientarlos para que puedan darle un sentido al uso o al “para qué” se conectan, hasta que aprendan que “navegar” sin sentido, es naufragar. No hacerlo, dar por hecho que es una actividad normal en esta época que no requiere guía, es una forma de negligencia y traerá consecuencias en el desarrollo de capacidades y hábitos saludables de nuestros hijos.

¡Hasta mañana!


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