06.Diciembre.2016
MADRES PERFECTAS
Por
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Despertarnos todos los días para ir al trabajo, cocinar para todos, hacernos cargo de las necesidades de los niños y de remate, atender a nuestra pareja si la tenemos, parecen demasiadas exigencias para una mujer…Pero si a esto le agregamos que los anhelos y aspiraciones personales en ocasiones se tienen que dejar de lado ante tanto quehacer, puede ser complicado.

Creo que muchas mujeres se preguntan en estos “tiempos difíciles” si son la madre que quieren ser o la que les impone la sociedad y la familia, la que esperan los demás que sean.

Sin duda, la maternidad es una elección contundente en la vida de cualquier mujer, que transforma por completo su panorama de vida. Además, esta época de cambios radicalmente drásticos y acelerados para la vida de las mujeres, ha venido a complejizar el rol maternal, y hoy ser mamá implica una fuerte demanda de parte de la pareja, de los hijos, de la sociedad, de la familia extensa, de todos.

Además, las madres hoy tenemos que lidiar con cargas de culpa, por decisiones como dejar a nuestros hijos al cuidado de otras personas, o por no siempre tener la paciencia para ser cariñosas o la disposición física para atenderlos y cuidarlos, simplemente porque estamos agotadas.

Creo que las mamás de hoy necesitamos ser un poco más autocomplacientes, y darnos permiso para ser seres humanos comunes y corrientes, no perfectos; licencia para meter la pata y para aprender de nuestras debilidades, procurando hacerlo mejor la próxima vez.

Tal vez la meta sería no ser las madres perfectas, sino madres completas, con fallas y aciertos, y no castigarnos por ello… Que nuestros fallos sirvan para que nuestros hijos también aprendan de ellos y sepan que no hace falta ser perfecto para ser valioso.

Somos seres humanos y como tales, tenemos nuestras limitaciones. Reconocerlas y hacernos responsables de ellas nos ayudará a conectar más con nosotras mismas y con nuestros hijos, a sobrellevar mejor las situaciones y a poder expresar lo que sentimos sin culpa ni reproches. La culpa es algo que las madres solemos tener muy a la mano, y no nos ayuda. Es una de las emociones más tóxicas y destructivas que hay. Nos genera angustia, nos hace daño y no sirve para nada.

Con todo esto quiero decir que nuestro cometido como madres no es ser perfectas, sino ser el mejor apoyo posible para nuestros hijos. Ser un espejo donde se puedan mirar para tomar de nosotras lo que les sirva, y aprender de lo que no. Nuestra misión es que aprendan a ser independientes, y que crezcan con autoestima, empatía, humildad, generosidad y sin la presión de tener que ser perfectos. Y para ello, primero debemos liberarnos de esa misma presión nosotras mismas.

¡Hasta mañana!


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