Al escribir estas líneas en el cuarto aniversario de El Mercurio de Veracruz, me invaden sentimientos muy diversos: satisfacción, nostalgia, alegría, sentido de pertenencia, pero el sentimiento que prevalece es el orgullo. Muy privilegiada me siento de formar parte de un medio de comunicación que ha demostrado, a pesar de su modestia y en medio de circunstancias nada fáciles, ser capaz de mantenerse en pie y renovarse, privilegiando en todo momento su compromiso con Veracruz y especialmente, con sus lectores.
Cuando su directora me convocó a formar parte del equipo de redactores de este medio, la columna que me invitó a construir ya existía bajo el título de “Mamá en Tiempos Difíciles”, y desde su nombre, el espacio iba ya cargado con una intencionalidad que siempre he tratado de respetar, y todas mis colaboraciones han girado sobre las dificultades de la crianza de los hijos en esta época, la revolución social que estamos viviendo apoyada en la tecnología, las nuevas relaciones personales, familiares y sociales; el uso y valor del tiempo libre, los dilemas éticos y morales que nos plantea el desarrollo de la ciencia y la tecnología, la preocupación de todos por el cambio climático, la vida compleja y diferente de nuestros hijos “milennials”, etc..
En algunas ocasiones la gravedad de los hechos vividos me han llevado, con la venia de la directora, a escribir sobre otras temáticas que me agraviaron como parte de la sociedad veracruzana: la corrupción y la impunidad rampantes, la violencia social, el crecimiento de la actividad del crimen organizado, el miedo o la rabia frente a varios acontecimientos, pues sin duda la alegría por este cuarto aniversario nos llega tamizada por tiempos convulsos, tensos y complicados en lo político, en lo económico, y en lo social, ámbitos que tanto inciden en el papel de los medios de comunicación.
Y es que en estos cuatro años de existencia El Mercurio de Veracruz ha tenido que documentar todas las tribulaciones que nos ha tocado vivir a los veracruzanos, causadas por la sistemática corrupción política y económica que arrastramos desde hace tal vez, demasiado tiempo. Y se ha esforzado en hacerlo manejando una información diferenciada y por lo mismo diferente, un punto de vista particular que tiene muy presente a la sociedad a la que se dirige.
Y aquí por supuesto tengo que mencionar a Luz María Rivera, la directora general de El Mercurio de Veracruz, como un referente que orienta y da sentido a este medio, siempre fiel a sus convicciones y principios, ejemplo de trabajo y tenacidad, respetuosísima con lo que opinamos y comentamos los colaboradores a lo largo de la semana, que nos hace evidente que formamos parte de un medio plural, abierto, flexible y democrático. Mi reconocimiento a Luz María por hacer de El Mercurio de Veracruz un espacio para la reflexión en este entorno sociocultural complejo e incierto.
Así que reitero el sentimiento de orgullo que me embarga, y que estoy segura que también hincha los corazones de los demás colaboradores y reporteros y, por supuesto, de nuestra directora. Estos cuatro años representan una gran trayectoria de periodismo, de trabajo y de ilusión por sacar adelante un proyecto que se ha ido mejorando y consolidando con el paso del tiempo y que se ha hecho un sitio destacado en el panorama comunicativo veracruzano.
Como participante de este esfuerzo, anuncio que estoy muy complacida y extiendo mis felicitaciones a los lectores y a los profesionales que han contribuido a hacer posible este medio que, durante estos cuatro años de camino, siempre se ha destacado por su compromiso con la gente de Veracruz. ¡Enhorabuena!
