25.Noviembre.2016
SIN REDES SOCIALES
Por
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Hace unos días, hubo una falla en la red de fibra óptica de Mazatlán, que dejó sin internet a mucha gente, entre ellas a una queridísima amiga mía que desesperada, apoyada en los datos de su teléfono celular, se quejaba amargamente en su muro de Facebook por no tener wi-fi en casa y ver limitado su tiempo de navegación en redes.

Tratar de ser empática y ponerme en sus zapatos, me obligó a reflexionar en mi propio uso del internet, y muy especialmente, de las redes sociales, y admito que el autoanálisis me dejó impactada.

Lo confieso: soy de esas miles de personas que todos los días al despertar, lo primero que hace es buscar el ipad o el celular y casi en automático, abrir la aplicación de Facebook o de twitter, y recorrer todos los posts nuevos generados después de su última mirada, antes de dormir. Es decir, que tristemente, caí en cuenta de que lo primero y lo último que hago cada día al despertar y antes de dormir, es “checar” mis redes.

Particularmente en estos “tiempos difíciles” de preocupación por lo que está ocurriendo, y en el afán de enterarme en tiempo real del momento en que aprehendan al culpable mayor de tanta desgracia, estoy continuamente conectada.

Pero esta reflexión me llevó a la otra de pensar que pasaría si me desconectara por unos cuantos días…Hablándolo con mi amiga, que tuvo obligadamente que bajarle a su nivel de cibernavegación, llegamos a la conclusión juntas de que si nos desconectáramos con más frecuencia de las redes, nos veríamos más forzadas a hablar con la familia y los amigos, y aprovecharíamos más el tiempo.

Desconectarnos sin duda reduciría el stress, pues tanta información nos sobrecarga de peso y eso se traduce en ansiedad, tensión e incluso tristeza.

Tal vez sería bueno entonces que como una terapia intentáramos prescindir de las redes sociales por lo menos un día completo, y después analizáramos como nos sentimos, algo así como un “no Facebook or twitter challenge”. Nos daríamos la oportunidad de ser más reflexivos, de pensar, de poner atención a las conversaciones, de estar física y emocionalmente presentes en el lugar en que nos encontremos, de relajarnos, de disfrutar verdaderamente del momento con la gente que nos acompañe, de mirarlos a los ojos y de que nos miren de regreso. Podríamos hacer algunas de las cosas que se usaban antes del trascendental invento de Mark Zuckenberg: visitar a la gente que queremos, hablarles por teléfono y hacerles sentir fehacientemente nuestro cariño.

Podríamos olvidarnos de los “likes” o de la opinión de los demás sobre lo que hacemos o no, sobre los lugares a los que vamos o sobre cómo festejamos determinadas fechas. Las redes sociales sin duda tienen sus beneficios, pero abusar de esta forma de comunicación puede ser nocivo para nuestro estado de ánimo y nuestra productividad.

Así que reitero a los lectores mercuriales la propuesta de desconectarnos por algún período de tiempo de las redes sociales, y darnos cuenta de que sobrevivimos sin ellas, que convivimos más con la familia y los amigos y que nos concentramos más en lo importante. ¿Se animan a probarlo?

¡Hasta mañana!


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