22.Noviembre.2016
EL CONSUMISMO Y EL PASMO SOCIAL
Por
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Este fin de semana, como si la situación económica del país y particularmente de Veracruz estuviera para esas conductas, como si estos años de “Buen fin” no hubieran bastado para enseñarnos el fraude que oculta esta mercadotecnia, la gente se lanzó en plazas comerciales y otros negocios a comprar a “meses sin intereses” todo tipo de mercancías, incluso aquellas que realmente no necesita. La sociedad está perdida en un consumo desmedido.

Todos arrastrados por la vorágine post-moderna del hiperconsumo, que incluso va más allá de la adquisición de cosas materiales, e impulsa a la gente a la búsqueda de otras cosas. Es común que muchas personas (también niños y adolescentes), gasten mucho dinero en ver violencia, muertes, asesinatos y destrucción convertidos en espectáculo, en películas, “realities” y series de televisión. Es como si se vacunaran contra el horror, la reacción humana y natural de rechazo de estos eventos, para terminar acostumbrándose descarnadamente a la crueldad y el sufrimiento ajeno como algo incluso “divertido”.

Me pregunto si este hiperconsumo es el que ha logrado embotar nuestro sentido ético para calificar lo que está bien y lo que está mal, al grado de que algunos puedan llegar al nivel de voracidad y codicia de nuestro gobernador con licencia, y otros nos quedemos como pasmados simplemente observando, sin hacer nada, cómo los políticos y los delincuentes están terminando con nuestras oportunidades de un futuro mejor, nuestras esperanzas e incluso nuestras vidas.

Lo que estamos viviendo en estos “tiempos difíciles” es una ausencia de ética y valores, y empezamos a mirar con total indiferencia el sufrimiento de muchas personas que están en nuestro entorno social.

Hace poco, un compañero de trabajo me hizo un comentario, frente a la toma de las instalaciones de la Secretaría donde laboramos, que lleva ya ocho días paralizada. “Mientras a mí me paguen, por mí que se quede tomada el tiempo que sea…”, en alusión a la falta de pago de los trabajadores estatales de la dependencia, que los ha orillado a tan extrema medida.

Y esa es la filosofía de muchos…Lo único que importa es el bienestar y el placer personal, en un individualismo galopante, que no se preocupa, ni se responsabiliza ni se compromete con nadie más, ni siquiera con la pareja o los hijos.

La deshonestidad impera y pareciera que los perversos, los mezquinos, los abusadores, llevaran las de ganar… Nuestros hijos nos miran escépticos cuando los padres los exhortamos a hacer las cosas bien, a trabajar duro para conseguir el éxito, a respetar a los demás, a ser solidarios, inclusivos, tolerantes, mientras los Trumps, los Duartes, los Borge, los Moreiras y otros de esa especie, parecen haber ganado la apuesta haciendo justamente lo contrario.

Tal vez sea tiempo de que paremos un poquito nuestra acelerada vida, y pongamos atención a los asuntos verdaderamente importantes. Que recuperemos la capacidad de indignación y de acción, y eduquemos a las generaciones que vienen con todo lo necesario para detener la impunidad. Y la tarea, como siempre que de educación se trata, empieza en la familia.

¡Hasta mañana!


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