Las mamás de estos “tiempos difíciles”, metidas en la dinámica de la prisa y la competitividad que los caracterizan, siempre están preocupadas por mantener estimulados a los niños con actividades deportivas, académicas y de juego, además de las escolares. Parecen no darse cuenta de que a veces los sobrecargan de tareas, porque ignoran lo tremendamente positivo que puede resultar el ocio y el aburrimiento para su desarrollo físico e intelectual.
Habrá quienes al leerme levanten las cejas, pero es verdad. Los niños necesitan aburrirse un poco para que se den a la tarea de crear juegos que potencien su imaginación y desarrollen la exploración, la inteligencia y el pensamiento alternativo, sin límites ni pautas para ello.
Pero en cambio, muchas mamás de hoy bombardeamos a los hijos con juegos, objetos, materiales y actividades de más, que no los dejan parar ni un minuto, algo que simplemente los lleva a cansarse rápido de cada juego o actividad, y a saltar de una cosa a otra, irreflexivamente.
Nuestros hijos han nacido en una generación tecnológica, llena de posibilidades que además es importante que dominen pues son útiles y necesarias en el mundo de hoy, pero no dejan de ser seres humanos que necesitan conectar con la esencia del desarrollo natural, el juego libre y espontáneo solos o con otros niños, que ofrece grandes posibilidades para el desarrollo cerebral, experimental y sensorial.
Entonces, bien vale poner a su alcance juguetes más básicos, que los inviten a imaginar y desarrollar los sentidos, como los juguetes de madera para armar, las pelotas, las cuerdas, la naturaleza ( tierra, hojas, frutos, insectos, agua) y por supuesto, ofrecerles múltiples posibilidades de interacción con otros niños de su edad, simplemente para jugar juntos.
Creo que es esencial enseñar a los niños a aburrirse, y a desaburrirse por sí mismos, con su creatividad, su imaginación y el desarrollo de sus habilidades sociales. Todo esto los hace más independientes, autónomos y libres, y les ayuda a comprender que lo material es un valor añadido dentro del juego, que no es imprescindible para poder experimentar, disfrutar y divertirse.