Ayer me tocó leer nuevamente la noticia de un pequeño de siete meses que fue olvidado en la parte de atrás del auto por su padre, que presionado porque se le hacía tarde para entrar a trabajar, no pasó a dejarlo a la guardería y se bajó del coche olvidando al bebé, que murió de golpe de calor después de pasar ocho horas al sol. La tragedia ocurrió en un lugar de Texas en Estados Unidos, pero tristemente, no es un asunto extraño ni privativo de ese país: cada vez es más común, y en lo que va del año, 79 bebés han muerto de esa forma en el vecino país del Norte y en México también se han reportado numerosos casos.
Este tipo de accidentes me parecen aterradores, horribles y hasta increíbles, y creo que no se pueden justificar como un simple olvido, y se los digo yo que soy la persona más distraída del mundo. Creo que el problema nos habla de algo más de fondo, de una situación que tiene que ver con las características del difícil mundo en el que nos toca vivir en estos “tiempos difíciles”.
Por supuesto, el mercado está viendo un nicho de oportunidad, y ya existen asociaciones civiles que se dedican a luchar para prevenir este accidente, así como autos que se venden con dispositivos especiales para detectar la presencia de seres vivos en el auto cerrado (porque si somos capaces de olvidar a los niños, es mucho más común dejar adentro del auto a las mascotas) y bajar la temperatura interior, o aplicaciones en los teléfonos inteligentes con función de alerta para recordar a los padres que llevan a sus hijos en el carro en días de calor extremo. Incluso, en Estados Unidos el 31 de Julio ha sido dedicado a la Prevención de la Hipertemia en todo el país.
Pero para mí, lo que realmente tenemos que hacer es detenernos y pensar hacia donde nos está llevando esta vida siempre de prisa, con presiones laborales y tantos horarios por cumplir…¿Cuáles son nuestras prioridades y cuáles nos está imponiendo esta sociedad hiperacelerada? Porque no me cabe en la cabeza que esté en la naturaleza de un padre o una madre dejar a su hijo o hija olvidado dentro del auto, por más de 15 minutos. Eso no le pasa a ningún animal en estado natural, mucho menos debiera pasarle a un ser humano…
La hiperaceleración de nuestras vidas nos ha llevado a la deshumanización y a convertirnos en relojes humanos, en máquinas de hacer cosas, de conseguir cosas, lo que termina por cambiar el orden de nuestras prioridades naturales porque vamos aturdidos, embotados, estresados, acelerados, abducidos por una sociedad que nos impone un ritmo que saca lo peor de nosotros mismos. Me niego a criminalizar a esos padres y madres que han “olvidado” a sus hijos en el coche. Es más, no creo que se trate de un olvido, sino más bien, de la punta del iceberg de una situación personal insostenible que les ha llevado a cometer el peor error de su vida, y que lamentarán el resto de su existencia.
Como yo lo veo, la solución contra la hipertemia por abandono en autos no es poner una alarma que nos avise que nuestro hijo está en el coche, sino reflexionar, ordenar nuestras prioridades y darle a lo que más amamos el lugar que se merece en nuestras vidas.
