Sigo con el tema de la compleja vida de las madres en estos “tiempos difíciles”, y no dejo de pensar en lo necesario que es generar un nuevo modelo social en el que cada género encuentre su lugar, en el que las mujeres podamos desarrollar con libertad y sin agobio las dimensiones profesional, personal y afectiva de nuestras vidas.
Hay muchos factores que lo dificultan: la falta de conciliación entre los laboral y lo personal, la falta de implicación y responsabilidad de algunas parejas masculinas, los horarios de trabajo irracionales, el mito de las “superwomen” que lo pueden todo, etc.
Pero tal vez la fuente de mayor stress para las madres de esta época es la falta de reconocimiento de los esfuerzos que realizamos para tener contento a todo el mundo: a la sociedad, a nuestro trabajo, a nuestra pareja y a nuestros hijos en el entorno más cercano. Además del natural agotamiento físico y psíquico que la doble jornada nos provoca.
Porque pensemos que en estos tiempos es perfectamente posible que una madre de familia sea también una mujer exitosa profesionalmente, siempre y cuando comparta el salario con su marido, y se ocupe de las actividades domésticas que ancestralmente le han sido asignadas a su género: la limpieza del hogar, el cuidado de los hijos, la provisión y la alimentación de la prole.
Así que podríamos empezar por el auto reconocimiento, por exigirnos menos a nosotras mismas, por darnos nuestros merecidos descansos y espacios, por cambiar nuestra forma de vivir los juicios y las valoraciones. Sin duda, cuando los esfuerzos que llevamos a cabo nos son reconocidos, las tareas se aligeran. Y también podemos empezar por el ejemplo, reconociendo a nuestros hijos y pareja continuamente con frases como “estuvo genial lo que hiciste o dijiste el otro día”, “me gustó mucho cuando…” o “me dí cuenta de que…”.
Lo que estoy queriendo decir es que si nos reconocieran todo lo que hacemos por los demás (si en el trabajo nos felicitaran de vez en cuando por nuestro desempeño, si en la casa los miembros de la familia reconocieran nuestros esfuerzos por mantener el orden a pesar de todo), todo sería mucho más agradable, más sencillo. Aunque indiscutiblemente, lo mejor sería que aligeraran y compartieran nuestra carga.
