Éramos apenas un puñado de cien personas en la Plaza Lerdo, también llamada Regina Martínez, bajo la lluvia pertinaz, en la marcha convocada por el Colectivo en Defensa de la Universidad Veracruzana a través de las redes sociales, para exigir justicia por la muerte de Génesis Urrutia, Leobardo Arano y Octavio García Baruch, los tres jóvenes levantados hace un poco más de una semana en Boca del rio, cuyos restos fueron identificados este fin de semana embolsados, tirados en un predio en el municipio de Camarón de Tejeda.
Entre las muchas cosas que este gobierno nos ha robado, no sólo están los miles de millones de pesos tomados impunemente del erario público. Nos han robado la capacidad de indignación, la esperanza, la empatía, la dignidad, la confianza en las instituciones.
En la plaza Lerdo faltaron hoy todas las madres de Veracruz, que debiéramos gritarle a los personeros de este Estado fallido, que no estamos dispuestas a tolerar la desaparición y menos aún el asesinato de un chico o una chica más; debieron estar también todos los estudiantes de las distintas facultades de la Universidad Veracruzana en Xalapa, y todos los del Tecnológico, y los chicos de las preparatorias; tenían que estar también las organizaciones empresariales, los sindicatos honestos, los jubilados, los maestros, y todos los que han sido agraviados por este gobierno espurio.
Pero no estaban…éramos apenas poco más de cien.
¡Qué falta que hace que dejemos la seguridad del ciberespacio y las redes sociales, para animarnos a ocupar las plazas y las calles! ¿qué más tiene que pasar para que demos ese paso y empecemos a exigir unidos en un solo grito y un solo puño un alto a tanta barbarie, a tanta impunidad, a este terrible baño de sangre que se ensaña contra la juventud veracruzana?
En nuestra entidad, ser joven se ha convertido en sinónimo de riesgo. La indignación, la rabia, son los únicos sentimientos válidos en estos momentos. No podemos darnos el lujo de la apatía, de la desinformación, de la desesperanza, frente a los hechos. Cerca de 20 personas fueron encontradas muertas este fin de semana en toda la entidad: cuatro cadáveres más juntos a los de Génesis, Octavio y Leobardo en Camarón de Tejeda, dos en Emiliano Zapata, un ejecutado en San Andrés Tlalnehuayocan, una mujer en Huiloapan, tres ejecutados en Gutiérrez Zamora, una mujer en Hueyapan de Ocampo, cuatro cuerpos en Uxpanapa, una cabeza humana en una bolsa de plástico en Tecolutla, un ejecutado en Coatzacoalcos.
La muerte se ha apropiado de la entidad y la recorre desbordada de arriba abajo, mientras la “autoridad” responde a la salvaje violencia criminalizando a las víctimas.
Nadie, aún cuando hubiera cometido algún delito, merece morir así.
No encuentro ningún sentido en la muerte de estos chicos, como no sea, partiendo del nombre de una de las víctimas, que su sacrificio sirviera para sacudir las entrañas de esta sociedad, para exigir el génesis de un nuevo Veracruz, que pueda vivir sin miedo, que pueda vivir en paz.
Pero hoy éramos apenas un puñado de cien personas en la plaza Lerdo…¿hasta cuanto despertaremos de nuestra cómplice indiferencia? ¿cuántos jóvenes más tendrán que morir para sacarnos de nuestra cómoda parálisis?