En días pasados, acabamos de celebrar en el mundo el Día Internacional de la Paz. Me costó trabajo entender los ánimos de “celebrar” la paz, cuando vivimos convulsiones bélicas y destrucción en todo el orbe, y a toda escala.
En estos “tiempos difíciles” estamos viendo el éxodo obligatorio de millones de personas fuera de sus países huyendo de la guerra, y la violencia y la hostilidad con que son recibidos en otros países; la pobreza y la desigualdad están cada vez más acentuadas; irrumpen los extremismos violentos en todo el mundo y uno de sus principales personeros amenaza con presidir el país más poderoso; hemos visto la destrucción de parte del patrimonio de la humanidad producto de las guerras y estamos viviendo el preocupante asedio de las consecuencias del cambio climático con su estela de temblores, inundaciones y temperaturas extremas.
¿Cómo hablar de paz en ese entorno? Este año la celebración tiene un tema, que es el desarrollo sostenible. Resulta que el año pasado, en la sesión de las Naciones Unidas en Nueva York, todos los países estuvieron de acuerdo en firmar los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, y si uno los revisa, se da cuenta que son la definición de las acciones que tenemos que emprender como especie si queremos sobrevivir y dejar un mundo habitable y en paz a nuestros herederos.
Estos objetivos son asuntos vitales: poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo; detener la hambruna, lograr la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición; promover el bienestar y la salud en todas las edades; brindar una educación de calidad, inclusiva y equitativa en todo el mundo; consolidar la igualdad de género y empoderar a las mujeres.
También forman parte de la lista tomar acciones para gestionar el agua potable; fomentar un crecimiento económico sostenido y disminuir las desigualdades; lograr asentamientos humanos inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles; conservar el mar y sus recursos, y adoptar medidas urgentes para revertir el cambio climático y paliar sus efectos.
Si uno piensa en todos estos objetivos como una tarea de los Estados y sus gobiernos, no veremos avances…Para realmente empezar a cambiar este mundo, y tal vez en 15 años más (el horizonte llega hasta el 2030) poder celebrar realmente el Día Internacional de la Paz, el cambio comienza en cada uno de nosotros, en nuestro entorno inmediato, en nuestra familia, para después expandirlo a toda la sociedad, el país y el planeta.
Promover y mantener la paz significa cultivarla todos los días, en cada persona, cada familia, en todas las sociedades. Finalmente la paz se trata de trabajar todos juntos, hombro con hombro, por un mejor futuro para todos.
